Son muchas las denuncias en contra del todavía gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco. Todas ellas relacionadas: fraude procesal, falsificación de documentos y enriquecimiento ilícito. Pruebas hay muchas. Desde falsificación de documentos, firmas falsas, triangulación de recursos con empresas fantasma, depósitos ilícitos y compras de propiedades que no concuerdan con el sueldo que el exjugador de futbol, hoy metido a gobernador. Reportes periodísticos señalan que la Fiscalía Anticorrupción de Morelos presentó tres solicitudes de formación de causa.
Al parecer Cuauhtémoc Blanco no tuvo la más mínima precaución por ocultar sus presuntas fechorías, así como no tuvo precaución al tomarse fotos con líderes del narcotráfico. Pero en el México de la Cuarta Transformación la inocencia de una persona no depende de un juicio, de un juez o de las pruebas que lo inculpen. La inocencia de una persona en este país depende de la palabra del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Si el presidente dice que Cuauhtémoc Blanco es una buena persona, honesto y libre de pecado, la FGR no podrá proceder contra él. Ejemplos de lo que acabamos de decir hay muchos. A pesar de la sentencia en contra de Delfina Gómez por mochar sueldos a sus empleados en el municipio de Texcoco, el presidente dijo que era inocente, y Delfina es inocente. Lo mismo ocurre en el caso de Ana Gabriela Guevara, Manuel Bartlett, Cuitláhuac García y hasta José Ramón López Beltrán.
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