Esta derrota morenista debería de servir de lección para sus líderes, es momento de cambiar sus métodos de negociación, deberán entender que la coacción y el chantaje político deben de ser desechados. Por otro lado, Morena debe reconocer que entre sus filas hay pocos interlocutores autorizados para entablar un dialogo cordial con la oposición.
Deberá entender que al presidente aún le queda un largo camino para concluir su mandato, y que será necesario que exista alguien que pueda tejer finito para poder sacar la reforma electoral y la de la Guardia Nacional. No hay de otra, hay que bajarle dos rayitas al orgullo, comenzando por el inquilino del Palacio.