“Un grupo de legisladores que, en vez defender los intereses de la nación, se convirtieron en francos defensores de empresas extranjeras que se dedican a robar y estos diputados respaldaron a los saqueadores, muy lamentable lo que sucedió, aunque no es extraño”, eso es lo que dijo el presidente de México al reconocer que su reforma eléctrica no pasó; también los llamó traidores, vendepatrias. Si la gasolina estuviera a 10 pesos el litro, si ya hubiera vendido el avión presidencial, si los índices de pobreza bajaran en lugar de subir, si la inflación no estuviera arriba del 7 por ciento, si 14 niños no desaparecieran cada día, si la violencia estuviera controlada, si los cárteles del crimen organizado nos estuvieran dando abrazos y no balazos, si hubiera pedido que se investigara a sus hermanos, si no hubiera excusado la riqueza inexplicable de su hijo, si hubiera renunciado a Delfina Gómez por robar a sus empleados en Texcoco, si quitara a Barttlet de la CFE, si hubiera hecho algo, al menos algo a favor de su honra, de su honestidad, de su congruencia, entonces, sólo entonces le creeríamos.
Pero no, López Obrador no cumplió, antes bien ha hecho lo contrario a lo que prometió traicionando con ello sus ideales. Le arde el presidente que sus caprichos no se cumplan; ni toda la Vitacilina del mundo le sanará la herida, nada le va a aliviar el ardor. ¿De qué murieron los quemados? Andrés Manuel, te lo mereces, esto y lo que sigue. Andrés Manuel
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