Pepe Yunes le rompió el guión a López Obrador

Pepe Yunes Zorrilla FOTO: WEB
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* La contrarreforma eléctrica, muerta desde el principio * Pepe Yunes consolidó el bloque opositor * Claudia Tello ni para sabotear sirve * Cuitláhuac pierde 700 mil votos * La revocación en Veracruz, un fracaso * Grupo Nahle, herido por cargo a Keren Prot * Se olvida de los pactos de Rocío con el PRI * Director de Obras insulta a empleada

Mussio Cárdenas Arellano / Pepe Yunes le puso el cascabel al Peje. Atajó su contrarreforma eléctrica, desdeñando tretas y falacias que restaurarían el monopolio, o la exclusión de la inversión privada, o las trampas que aniquilan la competencia y que detonarán las tarifas hacia arriba. Le rompió el guión.

Pepe Yunes, hace seis meses, lideró la revuelta priista. Alzó la voz en el seno del grupo parlamentario y fuera de él. Argumentó. Alertó en torno a la regresión en el sistema eléctrico, a la reedición del esquema de producción por vías contaminantes, al espejismo —la falsa oferta de Andrés Manuel— de abaratar el precio de factura al usuario final concentrando el control del suministro en la Comisión Federal de Electricidad. Y de tanto hablar y esgrimir y razonar, y de no quebrarse, no claudicar, se consolidó el bloque opositor.

Le tocó lidiar con el obradorismo y con los de casa. A contrapelo de su dirigencia nacional y de sus líderes en la fracción priista, Pepe Yunes cerró la puerta a un eventual pacto, al canto de las sirenas, al llamado de López Obrador, al maniqueismo de que si se vota por la contrarreforma energética se es patriota y si se rechaza es traición a la patria.

Su argumento fue el que prevaleció. Se impuso ante los llamados a negociar con Andrés Manuel, al rejuego de Alejandro Moreno, líder nacional del PRI, y a los temores de Rubén Moreira, cabeza del grupo priista en San Lázaro.

Y ya en las horas cruciales, enfrenta el asedio, la asonada de los chairos, la escaramuza sin pólvora, los gritos y las mantas, la movilización de los niños, los hijos de unos cuantos manifestantes, la esterilidad cerebral del gobernador, la imbecilidad de Cisneros, la bazofia de Morena que no sirve ni para presionar.

Lo combate Claudia Tello Espinosa, diputada de cartón, de exabruptos de callejón, rijosa y peleonera, el terror de los motociclistas hasta que asedió a uno del portal Al Calor Político y tuvo que huir; legisladora por accidente, que llegara a la Cámara de Diputados siendo suplente de Daniela Griego.

Claudia Tello no es, en sí, diputada; es matraquera de Morena y propagandista de energías fósiles, del uso del carbón y el combustóleo. Es un fantasma en el distrito de Xalapa, de magros resultados en San Lázaro con sólo dos iniciativas propias aprobadas de ocho que ha presentado, una de ellas para regular las actividades económicas, de exploración y/o explotación del suelo y subsuelo con fines extractivos, contenida —vaya contradicción— en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente.

Es un cero a la izquierda en la Cámara de Diputados y una “política” de infame desempeño. No figura. No destaca. Sólo calienta la curul. Y matraquea.

Pasó por Coatepec, distrito al que representa el priista Pepe Yunes —José Francisco Yunes Zorrilla— y ni la fumaron. Convocó a realizar el mitote en Perote, donde reside el ex candidato al gobierno de Veracruz, y le fue peor.

Claudia Tello cumple el requisito. Es servil, dócil, inescrupulosa, maleable. Éticamente, es el óxido con el que se pretende pudrir la maquinaria del adversario. O el gato que mete la mano al fuego para extraer la castaña. O el peón del secretario de Gobierno, Eric Cisneros, para intentar quebrar a un político que los aventaja 100 años. Al final, se quemó.

Morena pretende obtener con latigazos lo que no puede con la razón. A Pepe Yunes, “el pueblo” le exige que vote a favor de la contrarreforma eléctrica. Lo atacan sin advertir que los usuarios de las redes le dan la razón.

Pepe Yunes no es una rata de drenaje como Cuitláhuac García, la vedette que mal gobierna Veracruz, que del congal de fichaje emergió bailando y echando trago a una diputación; luego a las protestas magisteriales trenzándose a golpes con policías —¿cómo era? ¿ultrajes a la autoridad?—; de ahí a una candidatura a gobernador fallida, y a otra en la que el efecto López Obrador lo hizo ganar.

Pepe Yunes, seis meses atrás, lideró la revuelta priista, públicamente, y en corto, en el seno del grupo parlamentario, encabezó el bloque que no cedió al rejuego de Alito Moreno y Rubén Moreira, refutando la viabilidad de contrarreforma eléctrica de Andrés Manuel López Obrador.

El 12 de octubre de 2021, en Diario de Xalapa, con el título “Una Mala Propuesta” escribió:

“Con respecto al suministro eléctrico, a los usuarios, ya sea en nuestra casa al ‘prender la luz’ o al encender nuestra computadora o al poner en marcha nuestra empresa o negocio, lo que nos interesa es que haya energía y que el cobro por esa energía sea barata. Las modificaciones del 2013 apuntan hacia esa dirección, mientras que la contrapuesta presentada por la administración actual corre en sentido contrario.

“Impactar a la baja el precio de la luz se logrará a través de la competencia en la generación de la energía que se despachará a la red y, en gran medida, dependerá del combustible que se utilizará, cuando el proceso en la generación sea la combustión. Entre más fuentes renovables se utilicen, más limpia y barata será la energía que llegaremos a consumir. Esta es la lógica de la reforma constitucional aprobada y que, en los hechos, ha sido detenida y obstaculizada, desde el inicio del actual gobierno federal y cuyos efectos se notan en el aumento progresivo en las tarifas eléctricas desde hace tres años y en los apagones en varias regiones del país.

“La iniciativa propuesta por el gobierno de la República revive un escenario de monopolio público autoregulado que cancela el mercado eléctrico mayorista en perjuicio de los usuarios, genera incertidumbre a la inversión al cancelar contratos vigentes y sectorizar a los órganos reguladores, lastima las finanzas públicas con subsidios, limita los recursos para la modernización tecnológica del sector al suprimir la inversión privada y atenta contra la preservación del medio ambiente al inhibir el uso de fuentes renovables en la generación de energías limpias. Simplemente, es una mala propuesta de futuro para México”.

Hacia el interior, las aguas eran turbulentas. Quizá 14 diputados del PRI flaqueaban; los otros 57, no. Moreira maniobraba intentando ofrecer un tributo al minirey de palacio. Traslucía miedo a López Obrador. Alejandro Moreno igual.

Seis meses después, Morena y sus aliados requieren de mayoría calificada para consumar la reforma constitucional. El PRI pudo ser la reserva de votos. O eso creyó López Obrador. Los instó a ser nacionalistas. Previamente los venía acusando de corruptos y ladrones.

Pero el sueño terminó. Si acudieran a votar los 500 diputados que integran la Cámara, el domingo 17, Morena requeriría de 334 votos para alcanzar mayoría calificada. Morena, Partido del Trabajo y Verde Ecologista suman 288. Necesitan 46. Sólo un priista ha dado el bandazo, Carlos Miguel Aysa Damas, a cambio de no ver frustrada la embajada de México en República Dominicana para su papá, Carlos Miguel Aysa González, ex gobernador de Campeche. Pero su voto es nada.

PAN, PRD y Movimiento Ciudadano van contra la reforma eléctrica. Y 70 los 71 diputados del PRI no capitularon. Y no lo hicieron por el debate interno, por la cerrazón del obradorismo, por el modelo que mantiene en monopolio de CFE, por la cancelación de contratos con el costo que tendrá, por el desdén a las energías limpias y el regreso a la generación de electricidad vía combustóleo y carbón.

Si la reforma no pasa, será una dolorosa derrota para López Obrador. Será, también, el precedente de no pasará la reforma electoral, que llevaría a la extinción del Instituto Nacional Electoral o su cooptación desde palacio nacional. El domingo 17 se verá.

Andrés Manuel es esquizofrenia pura. Si los priistas lo secundan, son patriotas; si no, son apátridas. Y Morena es su brazo ejecutor. Asedia, agrede, descalifica. Pero la fórmula no sirve.

Claudia Tello tuvo esa misión y falló. Pepe Yunes se definió hace medio año y consolidó el bloque que reventó a López Obrador.

Le puso el cascabel al gato y le rompió el guión.

Archivo muerto

La risa, el alarde, la perorata de Cuitláhuac es una máscara. En el fondo falló. Movilizó y se quedó corto. Presionó alcaldes y faltó respuesta. Amenazó con congelar presupuestos, obras, proyectos, y la meta no se logró. La consulta para la revocación/ratificación de mandato se mide en votos, y Morena perdió 700 mil respecto a las elecciones de 2018 y 2021. La vedette encabezó la violación a la veda electoral, secundado por la pandilla infernal —Cisneros, Zenyazen, Cazarín, Zepeta—, usando el aparato de poder, los recursos, el control de medios, la burocracia, la red de alcaldes morenistas, chantajeando a los beneficiarios de los programas sociales, sutil o descaradamente, y ni así les dio para cumplirle al narciso de palacio, el reyecito López Obrador. Un millón 100 mil votos, y de ellos un millón de obnubilados descerebrados refrendando el apoyo al inútil Pejetustra que no da una, que no ofrece un sólo resultado tangible. En 2018, Cuitláhuac García Jiménez se montó en el efecto López Obrador y con un millón 750 mil votos llegó al gobierno de Veracruz. En 2021, Morena, su partido, y sus aliados, refrendaron un millón 740 mil votos. Ahora, en una elección de estado, estilo PRI hegemónico, el obradorismo apenas rasguña el millón de votos. Ese es el resultado real: PERDIÓ 700 MIL VOTOS, incluso atropellando descaradamente la ley. La consulta retrató a un Veracruz que repudia el desgobierno de Cuitláhuac García, el uso demencial de la policía para reprimir, para golpear, para amedrentar, para robar; el uso de la Fiscalía estatal para acosar a la sociedad; que deplora a un gobierno que reta, desafía y se burla de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, negándose a invalidar el delito de ultrajes a la autoridad, ya declarado inconstitucional el artículo 331 del Código Penal del estado de Veracruz; que repudia la corrupción, el nepotismo, la impunidad, el atropello, el sistemático ataque a los veracruzanos e, incluso, el contubernio de la banda en el poder con las bandas del narco. Por eso perdieron 700 mil votos y van a perder más. En 2024, así obtengan un millón de votos, Morena y sus aliados van a perder Veracruz… Como el toro herido, la estocada en el lomo, el grupo Nahle brama y se duele viendo que el alcalde Amado Cruz Malpica los arrastró y los vuelve a tundir. Ya les ganó la agencia municipal de Villa Allende; ahora designa a la priista Keren Prot Vázquez como representante del ayuntamiento ante asociaciones civiles y grupos con discapacidad. El cargo es irrelevante. El quid es el mensaje y a quién lo dirige: Rocío Nahle, la secretaria de Energía cuyo grupo no pudo ni supo operar la elección. De ahí la furia y la frustración. La mano anónima, el libelo, el escrito apócrifo, el arma de los cobardes sirve para embestir a su alcalde. La runfla de Nahle apela a un argumento de entrada frágil. Amado, apuntan los pigmeos, incorpora a su ayuntamiento a priistas, a enemigos de Nahle, a la hija del ex regidor Noriel Prot Álvarez, quien despotricó e insultó años atrás a la matriarca del clan. ¿Ese es el pecado? ¿El pacto con priistas? Corta memoria de los matraqueros de la zacatecana. Ya olvidaron el pacto de Rocío Nahle con los priistas Marcelo Montiel y Víctor Rodríguez Gallegos, en 2015, que de enemigos pasaron a ser operadores para conducirla hasta la diputación federal. Y luego la incorporación de priistas al ayuntamiento de Víctor Manuel Carranza Rosaldo, unos marcelistas, otros ivanistas, y sus respectivas cortes. Memoria corta de la pandilla Nahle, olvidando el origen priista de Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Manuel Bartlett, Alfonso Durazo, Layda Sansores, Zoé Robledo, Ricardo Monreal, y sus pactos hoy con gobernadores del PRI como Alejandro Murat, en Oaxaca, y Omar Fayad, en Hidalgo. Memoria corta, olvidando los acuerdos de Nahle y Morena con el duartismo y el fidelismo en la elección de 2018, dándole oxígeno y prebendas a los que saquearon Veracruz. Pueden bramar y denostar pero la constante ha sido que Morena siempre ha pactado con el PRI. Y van a bufar más cuando lleguen los 120 de gobierno, se cumplan los cuatro meses de gracia y quienes persistan en pregonar que en el ayuntamiento de Coatzacoalcos manda Nahle y no Amado, se tendrán que ir… A gritos despide director de Obras Públicas a empleada y se arma un sainete de antología. Con lenguaje altisonante, Onésimo Mendoza Flores increpó a una joven trabajadora, Gabriela Bermejo Díaz, arquitecta de profesión, en el edificio de la Secretaría de Obras Públicas y Desarrollo Urbano del ayuntamiento de Coatzacoalcos; le imputaba un robo “y que la mandaría al Jurídico”. Un reporte elaborado por testigos de los hechos detalla el incidente. Gabriela Bermejo “fue expuesta de una manera no correcta por el arquitecto tomando en cuenta que es una jovencita y mujer, a las cuales siempre se debe respetar”. Dominada por el miedo, la joven arquitecta requirió la presencia de su mamá y cuando ésta se presentó, el sainete creció. A doña Claudia la recibió el “licenciado” sin título, Lizandro Pérez Hernández, sedicente titular del área jurídica de Obras Públicas y también le tocó su andanada. Lizandro Pérez, agrega el reporte, “no sabe respetar a ninguna persona sin importar que sea mujer ni su situación”. Y el director, Onésimo Mendoza, tampoco. Es más, sintió que alguien que habla su “idioma” lo respaldó…

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