Y es que después de seis meses de pulcro trabajo y de hacer bueno amarres con la oposición, el paisano del presidente da un resbalón y ya se la quieren cobrar, no sólo los conservadores, sino también dentro de la madriguera de Morena. Desde luego que el secretario de Gobernación tiene un colmillo bien retorcido y tendrá que poner muchos sesos para paliar esta situación, que lo ha dejado muy mal parado.
Por lo pronto, la matraca para seguir promocionando la consulta para la revocación de mandato se la cede a la “consentida” del presidente, quien debe de demostrar que merece ser considerada como una importante corcholata electoral. Así de claro.