Bernardo Gutiérrez Parra / El 17 de marzo la secretaria de Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, se paró frente al presidente López Obrador y reporteros que cubren la presidencia a explicar unas gráficas que sólo ella entendió: “Tenemos una tendencia sostenida a la baja en los últimos 9 meses en donde el homicidio doloso disminuye en un 26.4 %. Esta es la cifra más baja de los últimos 5 años… Insisto en que la estrategia de seguridad funciona, es la correcta y así se está pacificando al país”, dijo la funcionaria.
¿Que el país se está pacificando? Por Dios…
Hace cinco años México cerró el 2017 como el más violento en 20 años con un acumulado de 26 mil 576 homicidios dolosos. Para diciembre del 2021 ya en la administración de López Obrador, ese acumulado era de 105 mil 804 asesinatos violentos. Y dos meses y medio después son arriba de 110 mil. ¿Dónde está la pacificación del país y la disminución de homicidios de que habla la señora?
Si está comparando sus números con los muertos que hubo en la Guerra de Corea entonces sí, la cifra ha disminuido sustancialmente. Pero de otra manera, que no nos quiera ver la cara.
La plataforma Proyecto de Datos sobre Ubicación de Conflictos Armados (ACLED por sus siglas en inglés), acaba de dar a conocer que México es el país número uno del mundo con el mayor número de ataques contra la población civil.
¿Cuáles son esos ataques? Las desapariciones forzadas, los ataques armados, los secuestros y las agresiones sexuales.
Del 18 de marzo del 2021 al 18 de marzo del 2022 la ACLED contabilizó 5 mil 648 agresiones de este tipo en nuestro país, cifra superior a las registradas en naciones con conflictos internos como Myanmar que registró 2 mil 194 ataques; Siria 1, 739; Afganistán 820; Yemen 468 y Ucrania que recibió 150 ataques a civiles.
La plataforma señala que en ese mismo lapso de tiempo hubo en México 8 mil 54 fallecidos asociados a eventos violentos (independientemente de los ataques a civiles) como choques armados, explosiones, disturbios, protestas y aunque no las menciona, imagino que también incluye las masacres.
Pero de esto mejor ni preguntarle al presidente porque es capaz de contestar: “A ver, ¿dónde estaban esos de la ACLED cuando las tropas porfiristas diezmaban a la población civil?”.
Y es que ya perdió la noción (si alguna vez la tuvo) de lo que es gobernar.
El 15 de febrero del 2017 y a propósito de una masacre ocurrida días antes en Tepic, López Obrador se comprometió: “Cuando triunfe Morena en el 2018 no habrá masacres en México, se va a terminar con la guerra”.
¿Y?
El 7 de marzo las ONG dieron a conocer que en el primer bimestre de este año se contabilizaron 122 asesinatos de mujeres con crueldad extrema, 221 casos de tortura y… 88 masacres. Sí lector, 88 masacres en el lapso de 60 días.
El gobierno sigue mintiendo con descaro porque los homicidios dolosos no han bajado. La organización Causa en Común, dijo que se ha abusado del sub registro (con datos a la baja) de delitos de alto impacto, de ahí el mentiroso porcentaje del 26.4% que presumió Rosa Icela para regocijo del presidente.
México sigue hirviendo en violencia y las palabras del ex fiscal estadounidense Bill Barr, en el sentido de que López Obrador perdió el control del país frente a la delincuencia están resultando proféticas.
Y si perdió el control también perdió la vergüenza.
Evadido de la realidad, al presidente le gusta que le endulcen el oído con cifras como las que dio a conocer Rosa Icela, mientras en varios puntos de la República están literalmente en llamas.
Por amor a la patria (y no exagero), alguien de sus cercanos debería decirle que se ponga las pilas en el renglón de la seguridad porque de lo contrario, el país va a tronar. En serio lector, va a tronar.
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