Constantemente lo hemos dicho, en un país donde el Ejecutivo agrede a los periodistas, no es de extrañar que haya ocho periodistas asesinados en lo que va del 2022. Y lo peor de todo es que este ejemplo lo siguen sus fatuos emuladores. Por ejemplo, Cuitláhuac García se envalentona y agrede a una mujer periodista porque eso también lo ha hecho el presidente con Azucena Uresti y con Denise Dresser.
Es por ello que no podemos no estar de acuerdo con el editorial de Reforma en Templo Mayor: «El gobierno de Andrés Manuel López Obrador tiene manchadas las manos con la sangre de los 8 periodistas asesinados este año. Si bien es cierto, como dice el propio Presidente, que él no los mandó matar, también es cierto que su administración le ha dado manga ancha al crimen organizado y, además, ha generado un clima de animadversión contra la prensa.
»Repetir día tras día que los medios que no le prenden incienso son adversarios, son reaccionarios, son golpistas, por supuesto tiene un efecto erosionador. El propio AMLO lo repite a diario: “calumnia que algo queda”. Si desde Palacio Nacional atacan descarnadamente a los periodistas, ¿por qué se iban a tocar el corazón los narcos en Zitácuaro o en Tijuana?»
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