Edgar Hernández* / ¿En qué tono te lo decimos?
Te las has pasado insultándonos, descalificando e ironizando nuestro trabajo.
La polarización por ti gestada nos ha llevado a esta escalada de violencia y muerte. A la suma de asesinatos a periodistas replicados en todo el país. A una incontenible ola de agresiones y crímenes de odio, de venganzas ocultas. A ser el país en el mundo con más crímenes contra quienes ejercemos esta profesión.
Y cómo no habría de ser así, si como dice Gabriel Zaid nos has llenado de calificativos creando un espectro de odio, violencia y muerte.
Buscas el exterminio de toda una generación de comunicadores. De un sector de la población que nunca morirá porque por cada periodista que muera, otro y otros más llegarán para publicar tus barbaridades y abusos de poder, tus polarizaciones y el clima de división por ti gestado.
Y si a ti se te olvida, a nosotros no.
Esa cantidad de epítetos que nos has endilgado a lo largo de los tres años de tu eterna gestión, han brincado más allá de la ofensa hasta convertirse en crímenes de odio.
Nos has llamado achichincles, alcahuetes, aprendices de carterista, arrogantes, calumniadores, callaron como momias, camajanes, canallines, chachalacas, chayoteros, cínicos, cómplices y conservadores.
Para ti no hay límite ni medida cuando nos señalas como corruptos, corruptazos, deshonestos, desvergonzados, espurios, farsantes, fichitas, fifís, fracasados, fresas, gacetilleros, vendidos, hablantines, hampones, hipócritas, huachicoleros e ingratos.
En tu florido lenguaje quienes nos dedicamos a tan noble profesión, sobre todo quienes ejercemos la crítica y libertad de expresión, no somos más que unos intolerantes, ladrones y lambiscones.
Te regodeas cuando hablas de los comunicadores como machuchones, mafiosos, mafiosillos, maiceados, majaderos, malandrines, malandro, maleante, malhechor, mañoso, mapachada de angora y matraqueros.
Tus risas que parecen muecas ofenden y tus señalamientos de que te damos risa, son la más fiel expresión de que nuestra vida está en peligro al calificarnos de megacorruptos.
Ello no hace más que incitar al odio, venganzas y exterminio en nuestra contra de parte de tus colaboradores, de las mafias de poder bajo tu regazo, del crimen organizado que cogobierna, de gobernadores, caciques, feudales y hombres de poder intolerantes a la crítica.
Y si a ti se te olvida el prontuario de insultos que día a día nos endilgas, a nosotros no.
Ahí están registrados.
Sumados a tu ignominiosa historia de poder. A tu impotencia por no poder callarnos.
Por ello nos acusas que mentimos como respiramos; que somos mentirosillos, una minoría rapaz, mirona profesional, monarcas de moronga azul, mugre, ñoños, obnubilados, oportunistas, paleros, pandilla de rufianes, parte del bandidaje, payasos de las cachetadas, peleles, pequeños faraones acomplejados, perversos, pillos, piltrafas morales, pirrurris, politiqueros demagogos, ponzoñosos, pregoneros y prensa vendida.
Bien ensayado que tienes tu diccionario de insultos en donde los adjetivos calificativos satisfacen tu coraje, tu odio reprimido, por no aplaudirte.
A tres años de distancia para ti no somos más que rateros, reaccionarios de abolengo, represores, reverendos ladrones, riquines, periodistas de risa postiza, salinistas, señoritingos, de sepulcro blanqueado, simuladores, siniestros, tapaderas, tecnócratas neoporfiristas, ternuritas, títeres, traficantes de influencias, traidorzuelos, vulgares y zopilotes.
En efecto, tu no asesinas a los periodistas, solo abonas el camino de violencia y muerte.
Posdata.- Descanse en paz el compañero periodista Armando Linares López –uno más- asesinado de dos balazos en el rostro por sicarios seguramente complacidos por cómo nos considera y califica la máxima autoridad de este país.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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