Como si se encontrara en el congal con los “ñeros” y “a medios chiles”, el Ejecutivo federal dio puntual respuesta a los congresistas del Parlamento Europeo. De entrada, “caliente”, por no decir encabronado, dejó de lado el lenguaje de un jefe de Estado, y dio paso a la jerga de barrio. Sin pensarlo e impulsado por las vísceras, llamó “borregos” a quienes le recriminaron y exigieron más garantías para los periodistas mexicanos. Ahora, y después de haberles dado línea, salen los gobernadores, senadores y diputados de la 4T a cobijar y a rasgarse las vestiduras por el presidente, condenado la intromisión de estos “mal informados” congresistas europeos.
Lo triste y lamentable es que no hay ninguna voz que le diga al presidente López Obrador que se serene y piense dos veces antes de redactar un documento diplomático. La respuesta del presidente, por donde se le quiera ver, es errónea y deja al gobierno mexicano muy mal parado ante la comunidad internacional.
Por otro lado, el que queda marginado es Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, quien a la “malagueña” no fue tomado en cuenta en la redacción de la respuesta a los congresistas europeos. Ojalá y que el Gobierno Federal esté consiente que «cuando se siembran tormentas, se cosechan tempestades».
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