Mussio Cárdenas Arellano / Cuitláhuac se entripa, se desquicia, se engalla y no termina de digerir que sus presos políticos, José Manuel del Río Virgen por delante, dejarán las cárceles de Veracruz.
Mancillado por el amparo al secretario técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado, alucina un mundo de leyes demencial, con un juicio a modo, plagado de presunciones, conjeturas, señalamientos de oídas y todo lo que transite por su trastocada imaginación.
Se revuelve en la rabia, sabiendo que el amparo a José Manuel del Río es ácido en la herida, la victoria de Ricardo Monreal, la estocada que el líder senatorial le hunde en la humanidad, saldo de un duelo entre el ignorante emergido de las cantinas xalapeñas y el político curtido que ya caminaba con López Obrador cuando Cuitláhuac García apenas si sabía repartir volantes en las marchas, en los parques, en las letrinas y los drenajes de la ciudad.
La vedette no alcanza a entender que el amparo es una señal. La envían desde Palacio Nacional. Que suelte a Del Río Virgen. Que leve las anclas y arríe las velas. Que deje en paz a su rival.
Pero Cuitláhuac es ignorante. No es tozudo —hay tozudos inteligentes—. Es bruto. Y aferrado. Anuncia una nueva embestida contra el brazo derecho del líder de los senadores de Morena en el Senado y amigo y hombre de confianza de Dante Delgado Rannauro, dueño de Movimiento Ciudadano y ex gobernador de Veracruz, porque no lo quiere excarcelar.
Al juez federal Jesús Arturo Cuéllar Díaz, la orden de aprehensión y la vinculación a proceso le pareció infundadas. En eso motivó su amparo. Es un amparo para efectos, no liso y llano. Lo regresa al juez del fuero común para que sea revisada la determinación. Y sutilmente plantea la libertad de Del Río Virgen. Si en 10 días no se impugna, dejará la prisión.
Pero Cuitláhuac y su jauría son carniceros. Lo quieren desollar. Quieren cada pedazo de piel. Quieren cobrarse con José Manuel del Río la afrenta infligida por Ricardo Monreal cuando dimensionó el uso abusivo del delito ultrajes a la autoridad que sirve al gobernador y su grupo pandilleril para implantar el estado represor en Veracruz.
Con Del Río en prisión, acusado de la autoría intelectual del asesinato del candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cazones, Remigio Tovar Tovar, Cuitláhuac libera su naturaleza pasional. Ataca a Dante Delgado por el discurso que prendió los fuegos en los que arde el gobernador, por el llamado a constituir el Movimiento por la Justicia, que hizo confluir a priistas, panistas, perredistas, emecistas, abogados, activistas, defensores de derechos humanos y una sociedad que alzó la voz demandando la caída del tiranuelo.
Dante Delgado demandó la desaparición de poderes en Veracruz y Monreal lo secundó. Y el Senado se unificó. Y todos comenzaron a documentar los abusos con el delito de ultrajes a la autoridad, el invento de las policías para encarcelar inocentes. Se acreditaron más de 2 mil arbitrariedades. Se supo que podrían llegar a ser 4 mil. Y Cuitláhuac García era retratado como el más infame gobernador que haya tenido Veracruz.
Entonces se valió de la complicidad de Andrés Manuel López Obrador, de las insanas consejas de la secretaria de Energía Rocío Nahle, de la intervención del mastín mayor del presidente, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández. Y Morena salvó al rufián.
Lo que hizo Adán Augusto fue de gángsters. Reunió a la bancada de Morena en el Senado, expresó que darle curso a la desaparición de poderes en Veracruz favorecería a la oposición y acuerpó a Cuitláhuac. La perversa disyuntiva: primero el represor, luego las víctimas; primero el infame, luego los inocentes; primero los votos para Morena, luego, si acaso, la aplicación de la justicia.
Monreal fue amagado con su destitución como líder de la fracción morenista en el Senado. Y reculó. Se extinguió la comisión especial, Dante Delgado se abrió y Cuitláhuac García imaginó que había vencido. Sólo imaginó.
Semanas después vino el golpe de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que declaró inconstitucional un fragmento del delito de ultrajes a la autoridad. Por ambiguo, por vulnerar derechos esenciales del ciudadano, lo tumbó. Y de mala gana, el gobernador acató.
Y llegó el amparo a favor de José Manuel del Río Virgen. Es la victoria de Monreal, la humillación de Cuitláhuac, la confirmación del estado de terror en que el gobernador ha convertido a Veracruz.
El amparo se puede leer entre líneas: no se acusa con pruebas, se desdeñan los hechos, se atiende la consigna, se cumplen venganzas, se violenta lo más estricto del derecho, la evidencia. La justicia en Veracruz en manos de sicarios de barandilla.
Cuitláhuac no quiere suelta la presa. La fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns, que se presta a cuanta triquiñuela le exigen, anuncia que se interpondrá el recurso de revisión y que resuelva un tribunal colegiado de circuito.
Pero lo que argumenta el gobernador es de manicomio.
Reclama que el juez federal Cuéllar Díaz “no quiso que el imputado aclarara qué hacía en la zona del homicidio”. Que Del Río no quiso responder “por qué se trasladó un día antes del homicidio a esa zona como se acreditó en la audiencia y cuya presencia fue confirmada por él mismo ante el Juez del caso”. Que Del Río Virgen no explicó por qué tramitó la sustitución del candidato Remigio Tovar antes que fuera ultimado.
“¿Cómo sabía —agregó— que algo le iba a pasar al candidato que iniciaron su sustitución antes de su muerte? Porque cabe señalar que existen pruebas de este hecho clave en la documentación que se presentó ante el órgano electoral y estuvieron en manos de José Manuel ’N’ ”.
Dice el gobernador que Del Río Virgen supuestamente amenazó a familiares de Remigio Tovar, diciéndoles “¿quieren otro muerto?”. Luego se realizó la sustitución. El nuevo candidato fue Omar “N”, quien era coordinador de la campaña de Remigio y que hoy, pese a haber ganado la elección, Cuitláhuac García lo tiene en la cárcel, también sin pruebas.
Y otra más en la perorata del gobernador: ¿Dónde quedaron los millones de pesos que Omar “N” le llevó a Remigio Tovar, presuntamente a manera de soborno para dejara la candidatura y que le rechazó? “Quién se los quedó?”.
La vedette enloquece. Sus argumentos “legales” son un catálogo de chismes y habladas, conjeturas, versiones de oídas, elementos circunstanciales. No hay señalamientos directos. Esas son las pruebas “clave”, evidencia “contundente”, hechos “irrefutables”. Esa, más bien, es su pobreza mental. Por eso el juez federal le dio palo.
Cuitláhuac García no tiene nada. Lo mueve la inquina, la rabia. También el miedo. Sabe que los presos políticos, sus presos políticos, dejarán las cárceles de Veracruz. Se irá Del Río Virgen, luego Rogelio Franco, luego Goyo Gómez, Azucena Rodríguez, Erick Iván Aguilar, Bernardo Segura Molina. Y hasta los que permanecen en cárceles de Oaxaca, como Nicolás Ruiz Rosete.
Y el que enfrentará a la justicia será el infame gobernador que ha gestado un clima de terror.
Sabrá entonces lo que es implorar piedad confinado en una prisión.
Archivo muerto
Jairo César Martínez acusa traición, mentira y represión del gobernador de Veracruz. Le imputa un diálogo que nunca se dio. Le advierte que el pueblo de Oteapan no se va a dejar. Frente a su gente, el alcalde dimensiona que Oteapan, municipio de la sierra de Soteapan, pierde con el acuerdo arbitrario del Congreso de Veracruz que no se apegó a la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, asignándole más tierras a Chinameca de lo que establece la resolución. Tras la toma de carretera, el bloqueo de la federal, y luego la acción sobre la autopista Cosoleacaque-La Tinaja, el gobernador Cuitláhuac García evadió el conflicto que sus bribones crearon. Acusó a dos alcaldes, Jairo César Martínez, de Oteapan, y Ponciano Vázquez Parissi, de Cosoleacaque, de trastocar el tránsito vehicular. Y no se los puede probar. Así, activó alarmas en Palacio Nacional, sabedores que el engendro político de Rocío Nahle y Andrés Manuel López Obrador, podría incendiar el sur de Veracruz. No envió a operadores de la Secretaría de Gobierno. No bajó la comisión de diputados que resolverían el caso. No se apareció una de las artífices de problema, la diputada de Morena, Magaly Armenta, a quien Jairo César Martínez acusa de haber maniobrado para arrebatarle territorio a Oteapan por ser originaria de Chinameca. No hubo diálogo; hubo represión. Luego del desalojo violento, el alcalde acusó: “Responsabilizo al gobierno del estado de este ataque que nos hicieron la Policía Estatal, Seguridad y la Guardia Nacional”. Y continuó: “El gobierno del estado se llama Cuitláhuac García y a él responsabilizamos de las decisiones que se tomen”. Política Regional —agregó— se comprometió a enviar una comisión de gobierno del estado y el alcalde se comprometió a garantizar su integridad física. Querían el diálogo. “No se vale que nos ataquen”. Responsabilizó del engaño a Felipe Zúñiga, delegado de Política Regional. Por la mañana se hablaba de dialogar; por la tarde les aplicaron la Ley del Garrote, quemando incluso motocicletas de personas que se sumaron al movimiento. “Llegó un personaje diciendo que eran de la comisión (del gobierno de Veracruz) y no lo eran. Fue la estrategia para atacarnos”. Cuitláhuac sigue en lo suyo, apagando fuegos con gasolina… Juan Martínez, de Córdoba, es el mejor alcalde de Veracruz. Tiene la aprobación del 42.5 por ciento de sus gobernados. Es la medición de Demoscopía Digital del mes de enero de 2022. Le sigue Fernando Remes, de Poza Rica, con 42.3. El tercer alcalde mejor votado es Amado Cruz Malpica, de Coatzacoalcos, con 40.6; cuarto sitio, Ricardo Ahued Bardahuil, de Xalapa, con 40.2, y en quinto lugar, Patricia Lobeira Rodríguez, Paty Yu, de Veracruz, con 37.3 por ciento. Los cuatro primeros son del partido Morena; Lobeira es militante del Partido Acción Nacional. Demoscopía Digital realiza mes a mes la evaluación de los presidentes municipales con mejor percepción entre sus gobernados. En el período anterior, Morena nunca logró colocar a cuatro entre los cinco mejores. Por el contrario, Hipólito Rodríguez Herrero, de Xalapa, y Víctor Manuel Carranza Rosaldo, de Coatzacoalcos, solían aparecer entre los peores presidentes municipales del país. Demoscopía realiza este ejercicio estadístico en las 31 entidades y la Ciudad de México… Lizandro no es abogado ni tiene cédula profesional, pero detenta la Dirección Jurídica de Obras Públicas Municipales en Coatzacoalcos. No figura en el Padrón Nacional de Profesionistas. Carece de título y se da sus mañas, que son muchas, para litigar. A Lizandro Pérez Hernández, el dirigente beisbolero y “abogado”, le llueve metralla en las redes. Le ventilan historias que avergüenzan. Lo tildan de mercenario del deporte, virtual dueño del campo H. Santos, que es inmueble municipal. “Lizandro Pérez, un seudo dizque abogado, ya que no cuenta con cédula profesional, pero, eso sí con un historial negro como estafador corrupto del PRI. Cuentan que por eso los Guízar lo corrieron de su equipo político por estafador de mucha gente humilde con grandes cantidades de dinero $$$, la argucia sucia como su persona era con el cuento de resolver sus problemas jurídicos”, le imputan en la cuenta El Grillero, en Facebook. “En los corrillos de los pasillos de Obras Públicas es la comidilla de trabajadores y ciudadanos que lo ‘conocen’, ya que solo manda como titular, pero no firma, la razón es que no tienen cédula profesional, el clásico corredor ‘Coyote’ del secretario de Obras Públicas”. Y, en efecto, una búsqueda en el Padrón Nacional de Profesionistas arrojó cero resultados. Como esa, hay decenas de historias más. ¿A quién se le ocurrió proponerlo como director jurídico de Obras Públicas Municipales? ¿Será otro más de los recomendados del secretario del ayuntamiento de Coatzacoalcos, Samuel Ordaz Ortega, el reclutador de los mapaches y operadores del priismo? Mínimo debieron verificar la autenticidad de sus documentos profesionales que presentó… Todo un historial de trastupijes arrastra Yolanda Sagrero y así quiere ser agente municipal. Se apresta a contender en la elección de Villa Allende, la congregación más importante de Coatzacoalcos, como si no se supiera cómo se las gasta la dama. Un día desvío recursos a asociaciones civiles sin avisarle al cabildo. Otro, le robó la gloria a su antiguo mentor, Renato Tronco Gómez, en el proyecto de la Universidad Politécnica de Coatzacoalcos. Uno más, con todo desparpajo pedía rebaja del 50 por ciento a proveedores y contratistas para agilizar pagos. Eran sus tiempos de directora de Contabilidad en el ayuntamiento de Coatzacoalcos (una de esas la planteó en presencia de integrantes del Departamento Jurídico Municipal, y hay día, fecha, hora y grabación). Luego se fue al ayuntamiento de Nanchital en funciones de contralora. Y en cosa de días pidió permiso y se inscribe para contender por la agencia municipal de Villa Allende. Ya saben los allendenses a lo que le tiran con semejante ejemplar… ¿Quién esa afamada conductora de noticias veracruzana que sostuviera un tórrido romance con Tomás Boy, el célebre y admirado futbolista, seleccionado nacional de estilo fino, director técnico, recientemente fallecido?…
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