El presidente López Obrador está hundido en todo eso que él tanto repudió. Cuando López Obrador era candidato a la presidencia de México, cada error, cada pifia, cada acto de corrupción, cada acto de nepotismo e influyentismo le merecía un mensaje de Twitter en el que pedía la renuncia del presidente en turno. Pero ahora que es presidente de México ve todo acto incorrecto e ilegal con una laxitud que indigna, sobre todo porque él dijo que no iba a ser igual a los otros.
Cuando se acusó de violación a Félix Salgado Macedonio, el presidente dijo que era un complot urdido por las mujeres que lo acusaban; cuando se mostraron los videos de sus hermanos recibiendo dinero él dijo que era para la gasolina de las camionetas; cuando se evidenció la vida de lujos de su hijo y sus casas en Houston dijo que la señora tiene dinero. Es por ello que no extraña que ahora, que hay evidencias contundentes del mal actuar del fiscal Alejandro Gertz Manero, el presidente se ponga de su lado.
En su conferencia mañanera le preguntaron si a pesar de los escándalos de los audios del fiscal éste debía ser relevado, a lo que López Obrador, con esa laxitud que ya se le hizo gripa contestó: «Yo pienso que sí porque se tiene que proceder conforme a la ley y entiendo, tengo la información, de que sobre este asunto va intervenir la Suprema Corte, va a resolver, pero eso es una postura de tipo política (…) se tiene que resolver en los cauces que establece la ley». Hace falta que López Obrador vuelva a ser candidato, porque como presidente falló.
Comentarios