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La reforma energética de AMLO es camaleónica y traicionera

En legislaturas pasadas era común que los diputados esperaran hasta el último memento para aprobar las reformas, no era porque necesitaran tiempo para leerlas o analizarlas, simplemente esperaban que su coordinador recibiera línea desde Palacio Nacional para echar andar la aplanadora. Varios años después las cosas no han cambiado, hoy el gobierno de la Cuarta Transformación espera que se aprueben tres reformas claves, la de la Guardia Nacional, la Electoral y la Energética, esa última es la que más les preocupa.

Una reforma que busca a toda costa centralizar el poder. Es cierto que muchas empresas se han ido lisas con contratos leoninos, sin embargo, el monopolizar la energía y dejar fuera la iniciativa privada o condicionarla, tampoco es muy ético que digamos.

Y es que la preocupación que existe entre varios legisladores, es que mientras la tendencia en todo el mundo es abrirse a la inversión pública, en nuestro país se busca cerrar las puertas y sólo abrirlas a los amigos inversionistas que comulguen con la 4T. Y lo que es peor, la energía eléctrica está en manos del impresentable Manuel Bartlett. Son razones suficientes como para no aprobar esta reforma.

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