Esconder los muertos debajo de la alfombra no es inteligente, éstos tarde o temprano descubrirán y exhibirán a los amos de la casa. Por tal razón, la postura que asume el Ejecutivo federal al señalar que mientras no haya cuerpos no hay delito que perseguir, esa apreciación resulta una excusa infantil. Los casquillos, sangre y masa cefálica sólo son evidencia circunstancial para el presidente, sin embargo, la Fiscalía del Estado de Michoacán ya ha reconocido que los cuerpos fueron levantados por sus agresores.
No es sano esconder la cabeza como el avestruz cada vez que sucedan acontecimientos violentos, como los ocurridos en Michoacán; esa postura sólo refleja la ineficacia de las estrategias gubernamentales, tanto estatales como federales. Además, la apreciación que queda en los ciudadanos es de un gobierno timorato y tibio. Tal pareciera que los cárteles de la droga son los que tienen el control del país.
Al menos la imagen que se refleja fuera del país es de un territorio comanche donde los malandros pueden matar mansalva y no hay quien los castigue. Ojalá y en lugar de querer tapar el Sol con un dedo, el gobierno de la 4T reconozca sus errores y comience a dar resultados en materia de seguridad. Que no olviden que esa fue una de sus principales promesas de campaña. O acaso eso también lo van a negar.
Comentarios