Bernardo Gutiérrez Parra / A principios de esta semana una joven madre nativa de Coatzacoalcos fue asesinada con una saña brutal; saña que por desgracia ya es la constante en crímenes contra mujeres. Michell Simón de 29 años era una modelo y conductora de radio y televisión que viajó a la Ciudad de México con la intención de convertirse en cronista deportiva.
De acuerdo con información periodística, el sábado anterior Michell dejó a su pequeña de tres años con la niñera para atender una invitación a comer y ya no regresó. Este lunes a eso de las cuatro de la tarde, unos ejidatarios que iban a mitigar un incendio la encontraron sin vida en el kilómetro 32.5 de la carretera Picacho Ajusco de la alcaldía de Tlalpan.
Michell estaba cubierta con sábanas y toallas de un hotel situado a 30 kilómetros de donde la encontraron. Tenía tantas huellas de violencia que fue reconocida gracias a los tatuajes que llevaba en el cuerpo.
En mis tiempos de reportero policiaco, a este tipo de asesinatos no se les llamaba feminicidios sino crímenes pasionales, porque generalmente los cometían novios o esposos despechados. Pero con la violencia que vive el país, el abanico de sospechosos se ha expandido y el criminal puede ser un ex novio adolorido, un fan de la joven (que ofrecía un espectáculo como striper), algún amigo, un perfecto desconocido o sujetos dedicados a la trata de personas.
El crimen de Michell se volvió viral en las redes y encolerizó, una vez más, a una sociedad harta de la violencia e impunidad.
Quizá para apaciguar las aguas, Claudia Sheinbaum salió a decir que hay avances en la investigación. Ojalá así sea y este feminicidio no termine en el cajón del olvido como sucede en otros estados… Veracruz, por ejemplo, donde la protección a las mujeres es puro cuento.
Va el dato del mes anterior.
De acuerdo con el Observatorio de la Violencia contra las Mujeres dependiente de la Universidad Veracruzana, en enero se registraron siete feminicidios y ocho homicidios contra mujeres en Veracruz. Es decir, 15 en total. Pero además se reportaron 53 desapariciones y 19 agresiones de todo tipo.
Sin minimizar las 19 agresiones, el número de asesinadas y desaparecidas espanta, alarma y llena de zozobra a una sociedad que está en la indefensión casi total.
Ayer comenté que debido a la pecaminosa desidia del gobierno estatal, los desaparecidos en la entidad están más desaparecidos que nunca porque, a excepción de los colectivos familiares que los buscan sin descanso, nadie más lo hace.
Con las mujeres sucede lo mismo. Son maltratadas, acosadas, golpeadas, violadas, sobajadas, humilladas, secuestradas, desaparecidas y asesinadas mientras las autoridades, del gobernador para abajo, hacen como que la virgen les habla.
Es hasta inhumana tanta indolencia hacia ellas.
Difícil aceptar y sobre todo asimilar lector, que estén matando a tantas en un mes y no pase nada; que tantas desaparezcan y no pase nada.
Pero algo tan grave como lo anterior es que Veracruz tenga un gobernador inepto, incapaz, negado para ejercer las responsabilidades inherentes a su cargo que la ciudadanía le confirió de buena fe. Un gobernador que no gobierna porque no tiene idea de dónde está parado; un gobernador que también maltrata a las mujeres como lo hizo con la periodista Sarah Landa; un gobernador que ya es considerado el peor en cien años… y aquí no pase nada.
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