Sergio González Levet / Leo que en el libramiento Xalapa-Perote se volcó ayer una pipa que venía en exceso de velocidad.
El accidente provocó que se incendiara el contenido, un líquido altamente inflamable conocido como neo hexano, y que las llamas se podían ver desde varios kilómetros a la redonda.
El conductor sufrió quemaduras y está delicado en el Hospital Civil de Xalapa.
Veo esta noticia de un accidente más en el libramiento en un día como hoy, y me empiezo a dar cuenta de que se repite constantemente.
No pasa semana sin que haya uno o dos percances en esa autopista de cuatro carriles.
Y es que está convertida en una trampa mortal.
Los expertos dicen que la carretera no tiene los requerimientos de seguridad para una rúa de ese tipo, y que en esas condiciones no debería haber sido aprobada.
La historia es que el libramiento iba a ser originalmente para tres carriles, como el de la supercarretera de Perote a Amozoc (también sumamente peligrosa, aunque por motivos diferentes).
Por esa razón, el paso de vía se proyectó con una ampliación reducida, menor a la que necesita una carretera de cuatro carriles.
Sin embargo, la autopista se hizo con un aforo para dos vehículos de ida y dos de vuelta, porque el entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán -ya saben cómo era de empecinado- impuso todo el pinche poder de que gozaba para que así fuera.
El problema es que la autoridad federal y los constructores decidieron hacer la ampliación, pero la hicieron sobre el trazo reducido.
Eso creó la trampa, porque hay curvas que se tuvieron que hacer sin el peralte ni la amplitud necesarios, y los vehículos grandes y pesados no pueden sortearlas si van a una velocidad un poco pasada del límite, lo que sucede a menudo porque la bajada de Las Vigas a Xalapa es sumamente pronunciada.
Hay camiones que por su tonelaje no pueden reducir la velocidad, y terminan saliéndose de las angostas curvas.
Tráileres de dos plataformas, pipas que llevan líquidos o gases peligrosos, autobuses de pasajeros y camiones de redilas sobrecargados son los clientes frecuentes de esta autopista del diablo, que ha cobrado muchas víctimas y cuantiosos daños materiales, sin que la autoridad estatal gestione o presione, o que la federal mueva un dedo por poner remedio.
En otras épocas, tal vez los de los neoliberales o conservadores que muchos extrañan, ya se habría hecho algo al respecto, pero ahora estamos en los tiempos de sólo hablar y no hacer nada.
Y hablando de cobrar, también este libramiento es carísimo en su peaje, no obstante tantas promesas de campaña de que las cuotas se reducirían en las carreteras y puentes federales y estatales.