¡Qué días aquellos en que el presidente defendía la Libertad de Expresión; esos días en que se rasgó las vestiduras cuando en el gobierno de Peña Nieto le quitaron a Carmen Aristegui su programa de radio! Fue por ello que una de las primeras promesas de López Obrador fue buscar la manera de que Aristegui regresara a la radio en su gobierno. Una vez que lo lograra dijo: «Nunca más se deben de censurar los medios, los espacios, la prensa libre, la prensa independiente». Pero ahora que Aristegui ha criticado su forma de gobierno, incluso el supuesto tráfico de influencias de sus hijos y nuera, López Obrador llamó a la periodista conservadora, una periodista que nos había engañado por mucho tiempo.
Álvaro Cueva, articulista pata el periódico Milenio, anotó que lo que López Obrador está buscando con esta pugna es desviar la atención de asuntos que afectan a su gobierno, como el affaire Baker Hughes-Carolyn Adams. Sobre las críticas a López Obrador y las críticas de López Obrador, Álvaro Cueva puntualiza: «Cualquier persona que se atreva a criticar a AMLO, por ejemplo, lo hace porque es mala, ignorante, vendida, desmemoriada, insensible, corrupta o grosera. ¡No puede ser de verdad! Si AMLO critica, no. Él es bueno, inteligente y noble, tanto que, como cualquier personaje melodramático que se respete, se convierte automáticamente en alguien envidiado, incómodo e incomprendido».
El detalle es que quien critica a López Obrador lo hace desde una tribuna pública, limitada. Pero las críticas que lanza el presidente salen desde la misma Presidencia, desde el aparato de comunicación de todo un país. Bastante desigual, por cierto.
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