Salvador Muñoz / Escuchar a una costeña decir que “la Calor” y los carbohidratos, entre otros factores, son detonantes para la violencia, obliga a bifurcar las ideas…
La primera:
Escuchar a alguien decir “la Calor” es de cierto modo escucharnos, escuchar a nuestro pueblo, escuchar parte de nuestra cultura, sin reírnos, sin criticar, sin corregir…
Me ha tocado ver hijos y nietos corregir a padres y abuelos un “naiden”, un “diferiencia”, hasta un “haiga”; o esos hermosos verbos terminados en “s” como un “vistes”, “hicistes” o el que usted quiera. En ellos no he visto maldad sino el deseo de que el pariente sepa también lo que el otro sabe (aunque también somos dados al “Qué dirán”, porque no importa si somos raza, fresas, prole o fifís, el temor a ser criticados muchas de las veces nos obliga a actuar y dejar de ser).
De cierto modo, arrastramos la herencia de quienes no tuvieron la oportunidad, quizás de estudios, quizás de una exhaustiva preparación académica, quizás de alguien a su lado que le pudiera decir en corto, acá en privado, “oye, se dice de tal modo porque nuestra cultura, nuestra educación, nuestras normas, nuestra RAE, nuestro Diccionario Panhispánico (Panhis-pánico) de Dudas así lo dicta, así lo dice, así se debe…”
Aunque bien cabe aclarar que a veces, no basta ser Licenciado, Doctor o Maestro; mucho menos ser diputado, senador, gobernador o alcaldesa… ¡ah! tampoco periodista (¡somos bárbaros aunque nos creemos exquisitos en el manejo de la lengua porque somos el cuarto poder… ¿o era el lenguaje en el cuarto al no poder? ¡Algo así!)…
Abelina López Rodríguez, alcaldesa de Acapulco, expresó “la calor”… al final, esté bien o mal expresado, lo increíble de nuestra comunicación, es que su mensaje se dio y extendió.
La segunda:
Llevo más de 30 años en estos menesteres del ejercicio periodístico en muchas de sus formas… en la sección policiaca me encontré con una recurrente, ya fuera en ministerios públicos, ministeriales o policías: cuando era tiempo “de la calor”, había más homicidios y desencuentros pasionales entre las parejas…
El darle a la naturaleza este poder sobre nuestro comportamiento, “propiedad” desencadenadora de nuestras más bajas pasiones, es tan similar a la idea de que es posible que nuestro carácter se altere cuando hay luna llena… ¿recuerdan “Un Día de Furia”?
Por cierto, hablando de la luna, recuerdo un encabezado a una entrevista a un psicólogo y el comportamiento social: “De las lunas, la de octubre para suicidarse”.
Pero el asunto es que muchos estudios sostienen que el calor sí es factor de mayor violencia… pudiéramos entonces hablar de un punto a favor de Abelina, pero ¿los carbohidratos? Le faltó definir si el problema es para la víctima o el victimario. Digo, si me intentan asaltar y salgo corriendo, pero mi almacenaje de energía llamado panza me dice “¡espera, ya me cansé!”, se entiende que me alcance la violencia.
Hay que ser justos con Abelina. Ella cita la pobreza, falta de empleo, un tema de género, la mala alimentación, además de “la calor” y el consumo de carbohidratos… perdida no anda… qué padre sería que igual que como se puede corregirle a Abelina su “la calor”, del mismo modo se resolviera la violencia de la que habla.
Al final, nuestras reglas, normas, leyes establecen que está mal dicho “la Calor”, y que se debe decir “el Calor”, pero apuesto mil contra uno que Abelina, a la hora de escribir, no pone “la calor que azota nuestro municipio”… ¿por qué? Algo que no logro comprender en la psique de muchos de nosotros… al final, sea macho o sea hembra, el asunto al menos para este fin de semana, es que haya calor, porque en Veracruz, se siente un chingo de frío.
Comentarios