Ser periodista en Veracruz es una profesión de alto riesgo, sobre todo cuando la pluma de éste toca los intereses de personajes poderosos relacionados con el poder político o con grupos delincuenciales. El organismo que dirige Silverio Quevedo Elox, llamado pomposamente Comisión Estatal para la Atención y Protección de los periodistas (CEAPP), se creó con la finalidad de generar condiciones que garanticen la seguridad de los comunicadores veracruzanos, no obstante, desde su aparición, no ha cumplido con sus funciones. Desde luego que no son policías, pero tampoco son promotores de políticas que velen por las garantías de los comunicadores, ni tampoco tiene los elementos jurídicos para obligar a los elementos de seguridad, sólo son un grito a destiempo.
Pero eso no es todo, la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que dirige la inefable Namiko Matzumuto, es semejante a un Tehuacán sin gas; no pesa ni tiene la fuerza para velar por los comunicadores cuando éstos requieren del apoyo. Las muertes de comunicadores en el estado no es poca cosa y el riesgo de perder la vida es alto.
Y como lo hemos enfatizado desde la creación de la CEAPP, ésta sólo sirve como agencia de colocaciones en Veracruz y no es garante de seguridad. Es cierto que su trabajo es preventivo, sin embargo, no está cumpliendo con su función de fomentar políticas de protección a los comunicadores, por lo que su permanencia y mantenimiento está demás.
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