Dice el dicho que cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se resfría y, ante las declaraciones de la poderosa secretaria de Energía de los Estados Unidos, Jennifer Granholm, al señalar que existen «preocupaciones reales de la administración de Biden-Harris», sobre las reformas impulsadas por México que «pueden dificultar el esfuerzo en conjunto en materia de energía limpia y clima», varios funcionarios de alto nivel de la 4T ya comenzaron a sentirse nerviosos. Llama la atención este cambio de discurso, ya que un día antes aseguraba que las diferencias se resolverían como amigos.
«La reforma propuesta también puede dificultar los esfuerzos conjuntos de México y Estados Unidos en materia de energía limpia y clima. Debemos mantener y mejorar los mercados energéticos abiertos y competitivos que benefician a América del Norte. Me aseguraron que México está comprometido a apoyar la energía limpia y a resolver las disputas actuales con proyectos de energía dentro del estado de derecho», dijo Jennifer Granholm.
Y es que no son cualquier cosa las observaciones de secretaria de Energía de los Estados Unidos, ya que, en estos momentos, a nivel nacional, la generación limpia aportada por las centrales propias de la CFE representa el 55 por ciento de la generación limpia total en el Sistema Eléctrico, un estándar muy lejano al que requiere Estados Unidos. Y eso sin tomar en cuenta que en estos momentos, los alfiles de la 4T andan muy apurados informando de las bondades de le reforma energética, una reforma que deja de lado las energías limpias.
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