Claro que todo mundo tiene derecho hacer de su cuerpo lo que le venga en gana, sin embargo, debe reconocer que el imaginario colectivo asocia los tatuajes a una forma de vida ligera, la bohemia, el ser rebelde, a personas conflictivas que actúan contra las reglas por gusto, incluso al consumo de drogas y a enfermedades contagiosas. Y es que, a veces, los jóvenes pasan el tiempo entre grupos de amigos o conocidos y a todos les gustan los tatuajes o los ven como algo contestatarios. No distinguen entre el grupo de amigos y la sociedad.
Creen que sus conocidos son “la sociedad” y que ven los tatuajes como algo artístico y divertido. Por esa razón, cuando llega el momento de salir de ese grupo, conseguir un empleo o atravesar la educación superior se dan cuenta que, a pesar de sus excelentes capacidades, son estigmatizados o mal vistos por personas que van a tener influencia en su futuro. Desde luego que la decisión final la toma usted.