Ese sí, no importa que tenga dolor de garganta, que esté ronco o con flujo nasal, él si tiene permiso para salir a las mañaneras y contagiar a cuanto cristiano se le ponga enfrente. La mañana de este lunes el presidente confesó: «Amanecí ronco, me voy a hacer la prueba más tarde, pero yo creo que es gripe». Lo que es peor, obstinado como es, el presidente se sigue negando a usar cubrebocas, porque le da lo mismo dar el buen ejemplo.
Tal vez el tema no tendría relevancia, de no ser que López Obrador tiene muchos seguidores, chairos que siguen su ejemplo y que sin importar el riesgo podrían salir a la calle con síntomas de gripe o de coronavirus. Esos mismos se niegan a usar el cubrebocas, como si fuera un utensilio gravoso, siguiendo el ejemplo de su mesías tropical.