La voz de AMLO, es la voz de Dios… para los morenos

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB

Cuando el emperador azteca se dirigía al pueblo, éste iba acompañado del sacerdote del templo, lo hacía con la intención de mandar un mensaje a sus gobernados, un mensaje no escrito, de que sus palabras emitidas serían Ley Divina. 500 años después, las cosas no han cambiado mucho. Hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador se hace acompañar de su encargado de comunicación social, Jesús Ramírez Cuevas, tal vez lo hace para mandar un mensaje a la nación de que está bien informado. Durante tres años de conferencias mañaneras, el Tlatoani de la Cuarta Transformación dicta el rumbo que seguirán sus seguidores.

Él, como Juez absoluto, califica y descalifica medios de información, gobernadores, instituciones y, sobre todo, limpia y purifica a políticos impresentables, siempre y cuando sean sus seguidores incondicionales. Los enemigos del mandatario nacido en la tierra del pozol y el chipilín saben que el poder de este gobernante es omnímodo, pero también saben que el enemigo más fuerte del tabasqueño es él mismo.

Su tozudez y terquedad que lo condujeron durante 18 años, hasta alcanzar el cetro del Gran Tlatoani, ahora como un bumerang, son sus principales obstáculos para unir al país. Hay ya tres años de su gobierno, nos damos cuenta que el presidente no sabe conciliar ni negociar, no sabe hacer aliados con aquellos a los que ya ha etiquetado como conservadores. Él cree que la historia está en deuda con él, y aunque él dice que la voz del pueblo es la voz de Dios, en su interior sabe que la frase exacta es: La voz de AMLO, es la voz de Dios.

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