Andrés Manuel López Obrador sabe que el dedazo es el único método que le permitirá afianzar el control de su legado, la prolongación de su transformación y, sobre todo, sabe que sólo de esa manera podrá tener un halo de impunidad. Y es que, al poder elegir a su sucesor o sucesora, buscará poner los cimientos para que su Cuarta Transformación cuaje de lleno.
Por eso ha elegido a Claudia Sheinbaum, una incondicional que le garantiza lo que Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal no le pueden ofrecer. Ni hablar, que razón tenía Carlos Castillo Peraza cuando dijo que todos llevamos un priista dentro. En el caso del presidente, éste no lo puede negar. Por cierto, muchos ya se dieron cuenta que las encuestas de Morena tienen la credibilidad de un billete de tres mil pesos.