Desesperado el hombre tiró al suelo su producto y hasta lo pateó. Las personas que fueron testigos del hecho relatan: “Este señor en la noche del 23 de diciembre ofreciendo algodones, y después que me ofreció a mí y otras personas y le dijimos que no, caminó y azotó el palo contra la calle, brincando arriba de ellos desesperadamente. Después de recargarse en la pared recogió los que habían quedado intactos y se cruzó de nuevo a la avenida. Claro, después de recapacitar le compramos los del piso y nos dijo que no había vendido nada en el día”.
De modo que si usted piensa que le está yendo mal, sólo recuerde que como dice Calderón de la Barca, otro hombre podría ir recogiendo las sobras que usted arrojó.