Sergio González Levet / Con la ausencia de 250 mil mexicanos que fallecieron por la Covid según las cuentas alegres del brujo Gatell, o de 450 mil paisanos muertos, según las sumas oficiales del amigo Ciro Gómez Leyva, o 600 mil personas, según el temor de los que conocen del tema científico… con todas esas vidas que nos faltan, nos aprestamos a celebrar el día mayor para las religiones cristianas, que es el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios para los creyentes en esa fe.
La de Nochebuena es una cena tradicional en México que reúne a la familia y la congrega en los mejores sentimientos de paz y concordia, como quería el nazareno en la buena nueva que trajo al mundo.
Es por lo general una reunión para culminar el año (hasta éste, terrible y ominoso, que hemos padecido y al que por fin solamente le queda una semana); una reunión en la que todos intentan que prevalezcan la buena fe y la hermandad.
Cierto, no faltan los pleitos por las emociones, o por el alcohol y otros excesos que echan a perder las mejores intenciones, pero eso es sólo un defecto de la naturaleza humana.
Hoy debe ser la velada en la que todos nos hermanamos, en la que perdonamos los agravios y tratamos de ser un poco más humanos, aunque mañana, con efectos de la cruda encina, volvamos a ser quienes siempre hemos sido.
Noche de paz, noche de amor, canta el villancico mientras nos disponemos a confeccionar la lista de nuestras promesas para el año que comienza.
Hacer ejercicio, comer y tomar menos, no enojarse tanto, dejar de hablar mal del prójimo, mejorar en el trabajo, ser puntual, no gastar a lo loco, estar más con la familia…
Es la ocasión para leer nuevamente el Cuento de Navidad de Dickens y emocionarse con la reconversión del viejo Ebenezer Scrooge, quien es tocado por la magia de la época decembrina y el espíritu cristiano.
Algo flota en el ambiente de este día mientras nos disponemos a celebrar cuando aún nos quedan algo del aguinaldo y muchas de las ganas de olvidar tantas penas y tantas miserias.
Algo permanece de lo mejor del espíritu humano cuando todos tratamos de recordar cuánto nos queremos con los de nuestra sangre y tratamos de olvidar agravios o traiciones.
Tiempo de Navidad, tiempo de amor.
Se les desea a todos…
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