Irineo Domínguez Méndez / En mi última publicación señalaba los yerros en que están haciendo caer al gobernador quienes lo asesoran. Además de los frentes de guerra mencionados, ahora abre otro plural: se va contra el Congreso de la Unión. Si, aunque no fuese esa su intención o iniciativa, ya provocó que los grupos parlamentarios de ambas cámaras se manifiesten en su contra. El Grupo del partido Morena de la Cámara Alta manifestó su desaprobación por la detención del secretario técnico de esa soberanía, lo hizo por conducto de la presidente de la Mesa Directiva: Olga Sánchez Cordero. Igualmente, provocó la intervención particular del senador Dante Delgado quien solicitará la desaparición de poderes en el Estado y del senador Ricardo Monreal quien manifestó que el gobierno del Estado abusa del poder; añadiendo que la fiscalía estatal recibió una indicación ilegal; en otras palabras: un orden ilegal. La Cámara de Diputados no se quedó atrás y todas las representaciones de los grupos parlamentarios manifestaron su desaprobación a lo sucedido al secretario técnico.
El delito de ultrajes a la autoridad ha creado un sinfín de inconformidades por violentar el debido proceso y la presunción de inocencia. Fue el inicio de las diferencias entre el senador Monreal y el gobernador. Un hecho que no debía tener consecuencia ni trascendencia ha traspasado las fronteras estatales y nacionales. Sin una mínima reflexión, fueron incrementándose los dimes y diretes entre ambos personajes. El primero “logró” que los seis jóvenes detenidos quedaran libres y el segundo – dicen – “se vengó” deteniendo al secretario técnico del senado. Esta última sospecha ha encendido luces rojas que conllevan a afirmar el avecinamiento de tormentas políticas.
La independencia de los poderes legislativo y judicial respecto del ejecutivo en Veracruz es cuestionada abiertamente. La senadora Olga Sánchez Cordero también la cuestiona, aunque de manera soslayada; con seguridad conoce las experiencias vividas por infinidad de ciudadanos en casos similares. Igual imagen tiene el poder legislativo al ser omiso en derogar el multicitado delito, permitiendo se utilice como espada de Damocles para enfrentar enemigos políticos y contra ciudadanos, de quienes violentan sus derechos humanos.
Volviendo al tema del artículo, sin duda el gobernador tiene al frente una amenazante artillería pesada. Sus propios compañeros de partido en el senado – de alguna manera – le piden mesura en su actuación y reprueban su proceder. Los enemigos políticos que se ha creado, como el caso del senador Dante Delgado, no solo enfocarán sus baterías en linchar cualquier conducta del gobernador que se preste a ello; sino que aprovecharán la coyuntura política para posicionarse. Ya en los corrillos se comenta que Dante Delgado ha escogido el momento oportuno para saltar a la palestra y hacer acto de presencia sin decir: ¡aquí estoy!
Otro actor político que pudiera dejar de ser solo un medio de desconcierto para el gobernador es el diputado Sergio Gutiérrez; quien, desde el altiplano, pudiera recibir el visto bueno de participar en serio por la candidatura a la gubernatura y, con ello, provocar “daños colaterales”, como sería el caso de la secretaria de energía. El peor daño colateral lo puede sufrir el propio presidente de la República.
Enfrentar a uno de los poderes de la federación resulta demasiado osado; quien quiera que le haya sugerido hacerlo – si así hubiese sucedido -, “le jaló la cola al león”. El poder legislativo federal, en su conjunto, estará pendiente del uso de recursos federales y estatales; del desempeño de los tres poderes del Estado veracruzano y, en especial, del actuar del gobernador. En calidad de mientras, la detención provocó que se viese otro posible candidato destapado: Dante Delgado Renauro ¡Aguas, ya antes concilió con el principal panista del Estado!
Otro sí digo. – Replegarse es la acción más idónea; cortar la cabeza de “alguien” que pague los platos rotos es otra.
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