Pensó el presidente de México que podía intervenir en los problemas de otro país sin que esto fuera una injerencia. Tratando de defender a su homólogo de Perú, Pablo Castillo, el presidente cuestionó el trámite constitucional de la destitución de un presiente en Perú. Los comentarios de López Obrador sobre la Constitución de Perú no cayeron nada bien en el ánimo de los congresistas ni en el de los analistas. Primero AMLO calificó el proceso como una “campaña en contra, mediática” que buscaba destituir a Pedro Castillo “por incapacidad”.
Luego eso de mandar al secretario de Hacienda para proponer el modelo de apoyos sociales en ese país, bueno, el presidente no puede con os pobres de su país y ya anda exportando ideas. El periodista peruano César Campos dijo: «Las expresiones de López Obrador de su contacto con Castillo revelan la validez de aquel viejo apotema que dice: ‘¿Por qué saltar si el piso está parejo?’. En Perú no ha ocurrido ningún atentado constitucional ni ninguna irrupción golpista contra Castillo».
Otros analistas no fueron tan amables, pues incluso cuestionaron a lucidez del presidente mexicano: «Lo que diga López Obrador no tiene relevancia, porque no es una persona muy lúcida y mentalmente ha sido captado por el grupo chavista (…) Este hombre se ha convertido en una pieza utilizable de la izquierda totalitaria».
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