Lo seguiremos señalando mientras nos parezca necesario, López Obrador debe dejar de decir que es un presidente honesto; lo dice porque pretende que se lo creamos, pero no porque lo sea. ¿Cómo podría ser honesto un presidente que, en lugar de ir sobre los corruptos, se va en contra de quienes descubren a los corruptos?
Una vez que el periodista Carlos Loret de Mola dio a conocer la “operación carrusel” en la que participaron varios de los ahora funcionarios de Presidencia, entre ellos su particular Alejandro Esquer y su oficial mayor Denis Vasto, el presidente reaccionó, pero no para pedir que se investigue a los que salen en el video haciendo depósitos ilícitos, sino que llama corrupto al periodista que los evidenció: «El INE, que son muy cercanos a nosotros, muy amigos; hicieron la investigación, llegó hasta el Tribunal, y las tomas donde está recogiendo el dinero se las pidió el INE y el Tribunal al banco, y ahora un periodista corrupto, Loret de Mola, da a conocer las tomas de la cámara del banco».
López Obrador se ve cada día más acorralado por su corrupción, por su incongruencia y eso lo obliga a volverse más cínico cada día. ¿En qué momento sus seguidores se darán cuenta de que el López Obrador de 2006 no es el mismo de 2021?
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