Lo dicho, el presidente López Obrador es un gobernante fariseo, de esos que limpian la copa por fuera, pero dejan dentro la inmundicia; de esos que son como sepulcros blanquedos por fuera, pero que por dentro están llenos de podredumbre. El despido de Santiago Nieto pone en evidencia cuáles son los pecados que no se deben cometer en la Cuarta Transformación y cuáles son los pecados que se permiten.
El periodista Carlos Loret de Mola los enumera: «A juzgar por el criterio presidencial de despidos y respaldos, perseguir opositores está permitido, protagonizar escándalos de corrupción está permitido, dar contratos directos opacos está permitido, perseguir migrantes con militares está permitido, desaparecer miles de millones de pesos está permitido, gozar de una fortuna inmobiliaria inexplicable está permitido, dejar a niños sin vacuna está permitido, dejar a niños con cáncer sin medicinas está permitido, dejar a madres solteras sin estancias para sus hijos está permitido, pero hacer una boda en el extranjero y brindar con vino importado con alguien que no piensa como AMLO merece el castigo fulminante».
Un presidente que mantiene a Bartlett en su gabinete, a pesar de que le han descubierto propiedades no declaradas, empresas que lucran con el influyentismo, pero que corre a un funcionario como Santiago Nieto por invitar “adversarios” del presidente a su boda, muestran a un sujeto que se deja llevar más por los rencores que por la honestidad.
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