Sin embargo, esas personas que salieron del Monumento a la Revolución rumbo al Zócalo de la Ciudad de México deberían detenerse a pensar que a Octavio Ocaña le marcó el alto una patrulla y no se detuvo. Y no se detuvo porque iba alcoholizado, además de que había fumado mariguana. Pero no sólo eso, también llevaba un arma que sacó para usarla; si no es así, ¿para qué la sacó? Pero la gente que acudió a esa marcha no toma en cuenta eso, ni los videos donde se le ve inhalando cocaína.
La madre exige justicia: «Señor presidente, le pido justicia por mi hijo. Se lo imploro, él es una víctima más, yo soy una madre, por favor». Los amigos y familiares dicen: «¡La policía no te cuida, te mata!». Pero, como señalamos, pocos reflexionan sobre la vida que este joven llevaba ni reparan en la permisividad del padre, que ahora dice que se asombra cuando ve los videos de su hijo manipulando un arma, o inhalando cocaína.