Armando Ortiz / Cuitláhuac García se ha visto en varias ocasiones con el diputado Sergio Gutiérrez Luna, pero la verdad es que no lo soporta. El pobre gobernador que piensa con las vísceras, no puede disimular que el diputado Gutiérrez Luna nada más no le cae porque lo considera un arribista. Cuitláhuac García se siente puro, morenista de cepa, peleador callejero de las batallas de una izquierda fracasada; pero se siente de alcurnia. En cambio, sobre Gutiérrez Luna dijo: “No lo conozco, no me molesta que venga a Veracruz, cada quien es libre de hacer lo que quiera (…) Se que vino del PAN y su esposa estuvo en el PRI, y que finalmente llegó a Texcoco y ahí se vinculó con MORENA”. Cuitláhuac García dijo no conocer al presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, aunque en más de dos ocasiones han coincidido en eventos y se han saludado. Pero como el gobernador no puede disimular sus animadversiones, ya que son sus vísceras lo que lo gobierna, prefiere desconocerlo, como si con eso automáticamente lo anulara. Es decir, como los niños que juegan a las escondidas, cierran los ojos y así creen que nadie lo está viendo.
¿Está encabronado el presidente de México? Nada le sale bien, por eso anda buscando quien se la pague
¿Qué caso tiene ponerse a patear las puertas de la UNAM? ¿Qué caso tiene ponerse a criticar a una clase media que es la que ha sostenido por generaciones a este país? ¿Qué caso tiene por parte del presidente López Obrador andar buscando bronca con el que se le ponga enfrente, y contra quien no se le ponga enfrente? Lo que pasa es que el presidente de México anda muy encabronado porque poco, muy poco le ha salido bien. Ni la rifa del avión presidencial, ni su consulta para enjuiciar a expresidentes, ni el manejo de la pandemia; y todavía hay más. El periodista Raymundo Riva Palacio enumera varios de los temas que al presidente de México no le han resultado como él esperaba: “La ira del Presidente lo acompañará por varios meses, porque las cosas no le van a salir. No es un mal deseo, es la realidad. No se concluirá la refinería de Dos Bocas en los tiempos anunciados. Tampoco el Tren Maya. El aeropuerto en Santa Lucía avanza, pero no hay infraestructura terrestre para hacerlo funcional. La gasolina y el gas, que prometió no subirían, se elevaron y empujaron el costo de la canasta básica, afectando a quienes dijo que protegería más”. A esto sume su fracaso en la estrategia del “abrazos no balazos”, superando por mucho los homicidios de los sexenios anteriores. Por eso anda encabronado el presidente, quien ya no busca quien se la hizo, sino quien se la pague.
Cómo sufre Rosario Robles por no denunciar a Peña Nieto y a Videgaray; se sigue diciendo inocente, pero ya nadie le cree
Rosario Robles sufre porque quiere. Porque ella podría apegarse al criterio de oportunidad y este gobierno de la 4T hasta le pagaría un pato pekinés en el restaurante Hunan, uno de los más exclusivos de la Ciudad de México. ¿Qué tendría que hacer Rosario Robles? Pues poner el dedo encima a Luis Videgaray y a Enrique Peña Nieto, acusarlos de algún desfalco, o de ser los orquestadores de la “Estafa maestra”. Peo no quiere hacerlo Rosario Robles, y no debe de ser por lealtad. Para muchos está muy clara la participación de la Robles en los desfalcos ocurridos en la Sedesol y Sedatu, dependencias federales de las que fue titular. Es demasiada coincidencia que desde esas dos dependencias se operara una triangulación de pagos a universidades públicas, empresarios y funcionarios públicos que ocuparon empresas fantasma para saquear recursos de la nación. Pero Rosario Robles insiste en su inocencia, y hasta se atreve a decir: “El Presidente sabe que yo soy inocente, sabe que no tengo un peso mal habido. Hay poca gente que me conoce bien en la política, una de ellas se llama Andrés Manuel López Obrador”. ¡Qué pena! El caso es que muy pocos creen en la inocencia de Rosario Robles, y menos López Obrador, por lo que seguirá más tiempo de lo esperado en la cárcel.
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