Rosario Robles sufre porque quiere. Porque ella podría apegarse al criterio de oportunidad y este gobierno de la 4T hasta le pagaría un pato pekinés en el restaurante Hunan, uno de los más exclusivos de la Ciudad de México. ¿Qué tendría que hacer Rosario Robles? Pues poner el dedo encima a Luis Videgaray y a Enrique Peña Nieto, acusarlos de algún desfalco, o de ser los orquestadores de la “Estafa maestra”. Peo no quiere hacerlo Rosario Robles, y no debe de ser por lealtad.
Para muchos está muy clara la participación de la Robles en los desfalcos ocurridos en la Sedesol y Sedatu, dependencias federales de las que fue titular. Es demasiada coincidencia que desde esas dos dependencias se operara una triangulación de pagos a universidades públicas, empresarios y funcionarios públicos que ocuparon empresas fantasma para saquear recursos de la nación.
Pero Rosario Robles insiste en su inocencia, y hasta se atreve a decir: «El Presidente sabe que yo soy inocente, sabe que no tengo un peso mal habido. Hay poca gente que me conoce bien en la política, una de ellas se llama Andrés Manuel López Obrador». ¡Qué pena! El caso es que muy pocos creen en la inocencia de Rosario Robles, y menos López Obrador, por lo que seguirá más tiempo de lo esperado en la cárcel.
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