A López Obrador le complace la gente que sólo cursó la primaria o la secundaria, porque son personas dóciles, fáciles de convencer. Sin embargo, López Obrador tiene problemas con los que hicieron estudios universitarios, porque esos no se tragan fácilmente los cuentos de prosperidad, paz y seguridad de la Cuarta Transformación. El país ideal de López Obrador es ese que sólo aspira a terminar la preparatoria y buscarse un oficio que le permita medio vivir y que acepte las becas y apoyos del gobierno. Pero los pinches universitarios, esos que consiguieron, gracias a sus estudios un mejor nivel de vida, esos que no requieren de sus becas y apoyos, esos son egoístas, individualistas, aspiracionistas.
¿Se puede ser tan retrógrada? La cruzada de López Obrador en contra de la inteligencia en este país deja ver por asomo el fascista que lleva dentro. Los embates en contra de las universidades y sus universitarios lo hacen ver tan sectario como los líderes del Khmers Rouge en Camboya. Esta vez no se le debe permitir a López Obrador que siga, no se le debe permitir que continúe con su prédica falaz que sólo satisface los vientres de los ignorantes radicales que el día de mañana podrían ir a quemar las universidades.
Al presidente le hemos permitido que se lance contra los partidos de oposición, contra los periodistas, contra los intelectuales, contra los empresarios, contra la clase media. Pero esta vez se lanzó contra las universidades, esta vez López Obrador se pasó de la raya.
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