Está claro que López Obrador vive en otra realidad, en una realidad tan perfecta que no permite reclamos. Dos meses y medio después de la tragedia del huracán Grace, el presidente de México, llega a Veracruz para ver el tema del censo. 45 días tuvieron que esperar los damnificados, en condiciones deplorables, pasando frío, hambre y sufriendo humillaciones por parte del personal del gobierno que hacía oídos sordos a sus reclamos. 45 días después del huracán llega el presidente a presumir que «una atención así de pronta no sucedía antes».
Por supuesto, el problema de los damnificados no ha terminado, como quiere hacer creer el presidente. Apenas terminaron el censo de damnificados, muchos de los cuales quedaron fuera, pues los funcionarios de Manuel Huerta metieron mano negra.
Pero ahí no queda todo, falta que les entreguen el recurso, lo que significará otro calvario para los damnificados por el huracán Grace. Muchos verán como les rasuran su cheque, otros verán como los extorsionan para entregarles el cheque a cambio de una mochada. Porque dice López Obrador que en su gobierno ya no hay corrupción, pero estos de la Cuarta Transformación llegaron más voraces que los anteriores.
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