Sergio González Levet / Dicen que hay una lista negra que tienen y manejan ciertos personajes determinados en cada una de las dependencias del Gobierno del Estado.
Son cientos, tal vez miles de nombres de ex funcionarios priistas y panistas; en ella también hay personajes más o menos destacados de los partidos de oposición.
Y periodistas, bastantes periodistas.
Además de empresarios no alineados, incómodos…
Ah, y científicos y académicos, sobre todo de la Universidad Veracruzana, porque la inteligencia está mal vista en el lopezobradorismo.
Y se pueden leer en ella nombres de activistas sociales no emparejados con la Cuatroté.
Bueno, pues resulta que quienes están ahí permanecen bloqueados para trabajar, contratar o prestar servicios profesionales a cualquier oficina de los tres niveles de gobierno que esté bajo el control de los morenos.
En contraparte, hay una lista blanca enorme de simpatizantes del movimiento (que no es partido (aunque se nueva como partido, haga como partido y cobre las enormes prerrogativas que recibe por ser partido). Esos miles de blancos cumplen religiosamente el perfil obradorista de 99 por ciento de lealtad y 1 por ciento de preparación.
Pero quienes están en la lista negra son personajes con experiencia y preparación en el ámbito de su especialidad.
Es decir, buenos maestros, administradores de gran nivel, periodistas honestos (existen, señor Andrés Manuel, aunque no estén de su lado), técnicos expertos en obra pública (atención, Hipólito), profesionistas distinguidos…
La lista se fue formando con riadas de nombres que mandaron de y a la Secretaría de Gobierno, de Salud, de la SEV.
De Comunicación Social enviaron prácticamente a todos los que tenían registrados como reporteros.
Cuentan también que hay una oficina oscura y poderosa en la salida a Banderilla (o en el ala norponiente de Palacio de Gobierno, según otra versión) que se dedica a revisar nombres, a cotejar ingresos de personal y a espulgar concienzudamente por si alguno se les pasó y está cobrando en las abultadas nóminas oficiales.
Es una especie de inquisición laboral y muchos ya han sido quemados en la hoguera por herejes y apóstatas, por no seguir la palabra y los deseos omnímodos del Patriarca.
Y ahí está el rumor persistente, mientras unos son corridos y otros no son aceptados en las purgas purificadoras, que recuerdan los tiempos del estalinismo en la Unión Soviética o de la Revolución Cultural en la China de Mao.
Yo no sé… puede ser… a lo mejor… quién sabe, diría Capus.
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