Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / SEGÚN EL diccionario de la lengua –y otras acepciones-, el médico es un profesional que practica la medicina y que intenta mantener y recuperar la salud mediante el estudio, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad o lesión del paciente. En la lengua española, en forma coloquial se denomina también doctor/doctora a esos profesionales, aunque no hayan obtenido el grado de doctorado. El médico es un profesional altamente calificado en materia sanitaria debido a que tiene que dar respuestas acertadas y rápidas a problemas de salud, mediante decisiones tomadas habitualmente en condiciones de gran incertidumbre, por lo que precisa de formación continuada a lo largo de toda su vida laboral. Y el dato más relevante se establece en la siguiente reflexión: “el objetivo del médico es la conservación, recuperación y rehabilitación del individuo para integrarlo al medio social, por lo tanto, el médico debe estar capacitado para el diagnóstico y tratamiento del paciente, así como también la prevención de enfermedades, el fomento y promoción de la salud. El principal objetivo de un médico y de la medicina por extensión, es cuidar la salud del paciente y aliviar su sufrimiento”, en suma, tratar de salvar vidas. Hipócrates, considerado el padre de la medicina sostenía que “El médico pocas veces cura, algunas alivia, pero siempre debe consolar”, pero en ninguno de los análisis en torno a los profesionales de la salud se establece que estos deben matar pese a su voluntad, sino salvar vidas. Un médico, por lo tanto, tiene derecho a negarse a practicar un aborto si va en contra de sus creencias, religión o moral, apelando a su objeción de consciencia.
Y ES que por objeción de conciencia se entiende la actitud de quien se niega a obedecer una orden de la autoridad o un mandato legal invocando la existencia, en su fuero interno, de una contradicción entre el deber moral y el deber jurídico, a causa de una norma que le impide asumir el comportamiento prescrito. Puede basarse la objeción de consciencia en particulares convicciones filosóficas, religiosas, morales, humanitarias o políticas y venir referida a conductas de muy variada naturaleza: la guerra, la violencia, el juramento, el servicio militar, el pago de determinados impuestos, el cumplimiento del ideario de un centro de enseñanza, la colaboración en prácticas abortivas legales, la venta de anticonceptivos, la propia asistencia sanitaria o, incluso, la sanción de determinadas leyes por quien ostenta la Jefatura del Estado.
RAFAEL NAVARRO-VALLS, reconocido jurista español, catedrático emérito y profesor de honor de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, y vicepresidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, sostiene que la objeción de consciencia es un ejercicio de salud y madurez democrática. En este sentido, se hace preciso señalar que su práctica es perfectamente asumible en el marco del Estado de Derecho, toda vez que la misma puede y es incorporada al ordenamiento jurídico como manifestación concreta y legítimas de la libertad ideológica. Y es que la objeción de conciencia persigue la excepción de un determinado deber jurídico para el objetor, porque el cumplimiento del mismo entra en colisión con su propia conciencia. No se puede afirmar que la misma se dirija ni contra el conjunto normativo ni contra determinadas instituciones jurídicas, lo que derivaría en otras tipificaciones diversas como pueden ser el caso de la resistencia o desobediencia civil, las cuales no entran en el objeto del estudio. Se trata, por tanto, de un comportamiento activo u omisivo frente a la obligatoriedad de la norma para el propio objetor. De este modo, no es necesario acudir a criterios radicales para defender la juridicidad de la objeción de conciencia como forma de la libertad ideológica.
COMO FUERA, en México la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó el artículo de la Ley General de Salud (LGS) que establecía el derecho de objeción de conciencia para el personal de salud cuyas creencias religiosas les impiden participar en un aborto. En pocas palabras, estudiaste medicina y es de a fuercitas practicar un aborto si se te ordena, aun cuando conculque tu derecho a decidir y a defender tus creencias religiosas e ideológicas, y rompiendo con el compromiso hipocrático de salvar vidas como obligación primordial de un médico, pues la autoridad te obligaría a matar solo para preservar el derecho de la mujer a abortar, violentando el tuyo de no participar en un acto en el que no estas de acuerdo. Los médicos se convertirían en México en instrumentos del Estado, y no precisamente para garantizar la vida y la salud, sino para hacer lo contrario al compromiso que adquiriste.
A LA basura, por lo tanto, el afamado juramento de Hipócrates de los egresados de medicina que a la letra dice: “Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higía y Panacea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso: Venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y asistirles en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los hijos de mis maestros, y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento, según costumbre, pero a nadie más. En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia. Jamás daré a nadie medicamento mortal (ojo SCJN), por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura. No tallaré cálculos sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas. En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos. Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable. Si el juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo contrario”. En fin, la Cuarta Transformación que debería ser, la Cuarta Deformación busca violentar el derecho de los profesionales de la salud usando a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que defiende el derecho de la mujer, aunque violente el de los médicos que no creen en el aborto, que al fin y al cabo, para esos quehacer quizá haya muchos otros. Así de simple. OPINA carjesus30@hotmail.com