Jorge Flores Martínez /
Pero qué necesidad
Para qué tanto problema
No hay como la libertad de ser, de estar, de ir
De amar, de hacer, de hablar De andar así sin penas
Juan Gabriel, Cantautor mexicano
Invitar a dos personajes tan terribles como Díaz Canel y Nicolás Maduro a nuestro país es un acto de provocación en dos vertientes cuando menos. El primero y peor, que México tome el relevo de la revolución cubana de los hermanos Castro y del socialismo del siglo XXI de Chávez. El segundo y no menos peor, pero si de mayores repercusiones, confrontar a la comunidad internacional y acercarnos a gobiernos reconocidos como dictaduras que desprecian los valores democráticos y los Derechos Humanos de sus ciudadanos.
La sociedad cubana hace apenas un par de meses salió a la calle a manifestarse pacíficamente, exigían libertad y democracia, fueron reprimidos salvajemente, muchos detenidos, cientos aún permanecen presos. Díaz Canel llamó sin el menor pudor a sus huestes a golpear y reprimir a los que se manifestaban.
Todo surge por un movimiento de artistas en San Isidro que, cansados de 60 años de “¡Patria o Muerte!”, decidieron cantar “Patria y Vida”. Para muchos cubanos la revolución y sus promesas perdieron todo sentido, la revolución ya no significa otra cosa que carestía, falta de libertades y ausencia de democracia.
En Venezuela también ya se cansaron del Socialismo del Siglo XXI, no saben como escapar del infierno que con su voto iniciaron. Ya son más de 20 años de chavismo, pasaron de ser uno de los países con mejor nivel de vida de Latinoamerica a ser tan o más pobres que la históricamente miserable Haití. La democracia en Venezuela ya es una simulación absoluta, los venezolanos solo pueden escapar de la desgracia a través del mayor éxodo que en se haya visto en el hemisferio, más de 6 millones han salido de su país y muchos de ellos han encontrado refugio en México.
Pero en México invitamos a estos impresentables, les damos calidad de estadistas y libertadores de sus pueblos. A Díaz Canel lo paseamos y le damos la palabra en nuestro día nacional más importante, donde celebramos y festejamos justamente nuestra libertad. A Nicolás Maduro lo traemos de último momento a escondidas en la obscuridad de la noche a una supuesta reunión importantísima.
Se trataba que los dos dictadores estuvieran presentes en el relevo como líder de Andrés Manuel López Obrador. Pasar de la revolución cubana y el socialismo del siglo XXI a la Cuarta Transformación Latinoamericana. El marco era perfecto, la escusa inigualable. Nuestro Canciller Marcelo Ebrard les dio a estos dos bribones un recibimiento de Estado, a los otros Presidentes que asistieron a la reunión les mando casi que solo el Uber y la ubicación de donde estaban para que llegaran.
La intención principal de la reunión de la CELAC -Comunidad de Estados Latinamericanos y Caribeños- era desaparecer la OEA -Organización de Estados Americanos- y dar paso de una vez por todas al liderazgo latinoamericano de López Obrador para enfrentar cualquier amenaza que los dictadores puedan tener y que no exista organismo alguno que exija a los gobiernos cosas como democracia, libertad y respeto a los Derechos Humanos.
Todo era felicidad, los planes se cumplían como si de la providencia se tratara. El sábado 18 de septiembre estaría marcado como el inicio de la Cuarta Transformación Latinoamericana. Adiós a la OEA, el espíritu de Castro y Chávez los acompañaba.
Vinieron los mensajes de los presidentes y líderes presentes y todo era felicidad, hasta que los presidentes de Uruguay, Paraguay y Ecuador dijeron que no, su presencia en esta cumbre no significaba el reconocimiento de gobiernos como los de Canel y Maduro. La primera condición era ser democráticos y respetuosos de las libertades y Derechos Humanos, lo que tanto Canel como Maduro no cumplían y añadieron a otro aspirante a dictador, Daniel Ortega de Nicaragua.
A López Obrador no se pudo coronar como líder de la región, el evento no salió como esperaba, algunos gobiernos en Latinoamérica aun tienen la firme creencia que la democracia y el respeto a las libertades son asuntos importantes.
El Canciller Marcelo Ebrard no fue capaz de lograr el consenso de otorgarle el voto de confianza a López Obrador entre los lideres de las naciones latinoamericanas, solo entre dictadores y represores encontró apoyo, el resto marcó distancia, vinieron a México por tratarse de un país hermano que siempre ha sido solidario con todos.
El costo político será muy alto, Ebrard tendrá que vivir con las imágenes repulsivas donde recibe orgulloso a crueles dictadores. López Obrador tendrá que pagar el costo político de salir del closet castrista-bolivariano, muchos mexicanos no queremos ese destino para nuestro país. Además, tendrá que asumir el costo altísimo de despreciar los valores democráticos y de libertades para con esas credenciales de candidato a déspota, poder ser líder de dictadores y de aspirantes a dictadores de toda América Latina.
¿Qué necesidad había?
Ya tenemos a López Obrador como líder de los más despreciables dictadores de la región, apoyamos y recibimos a regímenes como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua y de dimos asilo a un pederasta enfermo de poder como Evo Morales.
Cuando un presidente exige que se toleren los gobiernos de otros países donde no se respetan las libertades y la democracia solo es una simulación para perpetuarse en el poder es por dos causas:
Pretende hacer lo mismo o es un reverendo idiota.
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