En la bella Cuba no hay elecciones libres, mucho menos libertad de expresión, sigue existiendo la obsoleta prohibición de propiedad privada. No hace mucho el gobierno de Miguel Díaz-Canel reprimió a palos a los disidentes y críticos de su sistema de gobierno, los llamó gusanos, no conforme con ello, los metió a la cárcel. Atrás ha quedado el romanticismo desangelado del camarada Fidel y de las canciones patrióticas al Che Guevara en la voz de Silvio Rodríguez.
Hoy Cuba no se ha podido quitar la sombra de la familia Castro, su yugo sigue siendo aplicado en la persona de un dictador disfrazado de demócrata, que hoy es exaltado por el gobierno de la Cuarta Transformación impulsada por López Obrador. Esto no extraña a los mexicanos bien informados, ya antes el gurú de la nueva filosofía morenista había dicho que no sería mala idea que Cuba fuera declarada patrimonio de la humanidad.
Lo cierto es que, el mensaje que manda el gobierno de López Obrador al mundo es de apoyo irrestricto al gobierno de Miguel Díaz-Canel, una administración que no le gusta la crítica y que se caracteriza por una férrea estrechez de miras. No cabe duda que Dios los hace y ellos se juntan.
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