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El 15 de septiembre ya no nos une; este día nos recuerda que tenemos un presidente que nos divide en “pueblo bueno” y “podrida clase media”

Durante muchos años el 15 de septiembre unía a los mexicanos. Entonces se borraban las fronteras de los partidos políticos, se borraban las ideologías, se borraban los credos y las clases sociales; todos al unísono gritábamos “Viva México”. La patria nos unía, la patria nos hacía sentir orgullosos, nos hacía sentir hermanos, como dice la canción, en el 15 de septiembre «el noble y el villano,/el prohombre y el gusano/bailan y se dan la mano/sin importarles la facha». Pero un día la fiesta terminó. Pero un día nos dimos cuenta que no éramos independientes y que esa hermandad tan promocionada sólo era una bastardía para aquellos que nos gobernaban.

Un día nos dimos cuenta de la traición. Los traidores fueron nuestros gobernantes que sólo usaron el sentir patrio para explotarnos, para manipularnos, para derrocar nuestra voluntad e imponer la suya. Ese día nosotros agua de jamaica y gordas de frijol, mientras ellos en palacio jamón serrano, vino Rioja y paella valenciana. ¿Dónde chingados dejaron la independencia?

Ahí se quedó, arrumbada en un discurso arcaico que les impedía vender el país al mejor postor. Es por ello que desde hace algunos sexenios empezaron a fraguar su traición. Nos dividieron y después nos dividimos; finalmente nos separamos de ellos. Hoy, el 15 de septiembre ya no nos une, el 15 de septiembre nos recuerda que tenemos un presidente que nos divide en “pueblo bueno” y “podrida clase media”; para López Obrador o somos fifís o somos chairos, cualquier cosa menos mexicanos.

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