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El fomento a la lectura es un acto íntimo, personal, libre de imposiciones; Paco Ignacio Taibo otra vez enfrentará el fracaso

Ningún gobierno entiende, la lectura no se puede imponer por decreto. Tampoco se pueden lograr lectores poniendo los libros enfrente de los jóvenes o adultos; nada más se van a tropezar con ellos. En México hay personas que no leen ni regalándoles los libros. Ya había intentado esa forma de fomento a la lectura Paco Ignacio Taibo, director del Fondo de Cultura Económica y fracasó. Ahora, para justificar el cargo, vuelve a intentarlo con el mismo método: Publicar libros y ponerlos con anzuelos en las narices de las personas, para ver si pescan algo.

Y luego esa selección de títulos que, por supuesto no son malos, al contrario, son muy buenos, pero son para lectores avezados, no para aquellos que se inician en la lectura: “La revolución de independencia”, de Luis Villoro; “Canek”, de Emilio Abreu; “Tomich”, de Heriberto Frías; una antología de poesía mexicana del siglo XIX; “Y matarazo no llamó”, de Elena Garro; “Tiempo de ladrones”, de Emilio Carballido; “Los de abajo”, de Mariano Azuela. “El libro vacío”, de Josefina Vicens; “Noticias biográficas de Insurgentes apodados”, de Elías Amador; “El laberinto de la soledad”, de Octavio Paz, y “Apocalipstick”, de Carlos Monsiváis.

Otro intento que se augura fallido, de un gobierno que no entiende que el fomento a la lectura inicia en casa, con el ejemplo. Pero si la casa fala está la escuela, y si la escuela falla están los promotores de la lectura que tratan al novel lector como a una persona que debe ver al libro como a un amigo. El fomento a la lectura es un acto íntimo, personal, libre de imposiciones.

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