Jeanine Áñez, expresidenta de Bolivia, es un ejemplo claro de lo que puede suceder a esos políticos que son usados para asumir un cargo sin estar preparadas para ello. A la caída de Evo Morales, quien fue obligado a renunciar a la presidencia de Bolivia, los poderes de facto pusieron a Jeanine Áñez, quien entonces era segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores de Bolivia. Una vez en el poder Jeanine Áñez, junto con quienes la llevaron a la presidencia, inició una persecución política implacable. Tanto que el gobierno de México tuvo que sacar a Evo Morales a escondidas para darle asiló en nuestro país.
Jeanine Áñez estuvo un año en la presidencia, hasta que llamó a nuevas elecciones. Una vez llegado el nuevo gobierno a cargo de Luis Arce, quien había sido ministro de Economía e Evo Morales, llegó el momento de cobrar cuentas. Jeanine Áñez fue llevada a prisión, nadie la defendió, nadie metió las manos por ella; ningún país, y menos México, acudió al rescate.
Hoy Jeanine Áñez se encuentra en una prisión, viviendo un infierno al que ella misma compró ticket. Ya ha intentado suicidarse, por lo que está siendo medicada, pero sus allegados dicen que en realidad le están dando medicamentos para enfermarla. Jeanine Áñez es un ejemplo claro de que «los carniceros de ahora, serán las reses del mañana». Pero nadie que esté cometiendo atrocidades en la actualidad quiere entender esta ley de la vida.
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