Recientemente el presidente López Obrador se ha mostrado de un humor un tanto irascible. Algunas cosas no le han salido bien, y en otras de mayor envergadura ha fracasado. Está de tan mal humor que hasta a los de casa muerde. A Gerardo Esquivel, funcionario que impuso en el Banco de México, ante un desacuerdo lo llamó “ultratecnócrata”. En el caso de Delfina Gómez, secretaria de Educación, quien salió con el tema de la “Carta responsiva” que deberían firmar los padres de familia antes de mandar a sus hijos a clases presenciales, de plano dijo que él no estaba de acuerdo con esa carta; después denunció que la carta nunca existió.
Juan Ignacio Zavala, hermano de la excandidata presidencial Margarita Zavala, enumeró en El financiero los fracasos en el gobierno que tienen al presidente de tan mal humor. “Nada de lo que ha querido hacer como gran golpe le sale en los últimos meses. Sus odiados enemigos han salido sin mayor mancha de sus embates. Veamos: Lo del INE, culparlos de una mala elección: no le salió. Lo de mangonear al Tribunal Electoral: no le salió.
Lo de arrasar en las elecciones: no le salió. Lo de imponer su voluntad en la SCJN: no le salió. Lo de que la consulta contra los expresidentes fuera un éxito: no le salió. Lo de acorralar al Legislativo para la revocación de mandato: no le salió”. No, pues con razón está tan bravo.
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