La mañana del domingo se despertó inspirado y por ello puso su “sarcasmo” a la orden de la Cuarta Transformación: «Hay que invadir España y llevarles la república. No puede ser que sigan teniendo un rey en pleno siglo XXI». Rubén Ríos terminó exhausto después de expulsar tremendo huevo empollado en su sarcasmo. Pero algo sucedió. El efecto irónico que pretendía ridiculizar al gobierno español no cuajó en las mentes de las personas.
¿Por qué? Sencillo. Los lectores de su aforismo sarcástico consideraron al diputado Rubén Ríos Uribe tan ignorante, que pensaron que estaba hablando en serio. La frase sarcástica, según él, le regresó como búmeran y le dio en la testa. Pobre del aprendiz de columnista, pobre del ironizador ironizado. Debe ser triste descubrir que el manejo del lenguaje no es para todos, descubrir que «la miel no se hizo para la boca del asno».