Bernardo Gutiérrez Parra / Este miércoles, el líder estatal del PRI, Marlon Ramírez, tuvo un interesante diálogo con periodistas, columnistas y analistas políticos de Xalapa con los que hizo un balance de lo que consiguió su partido en las pasadas elecciones.
Habló con sinceridad del decrecimiento que ha tenido su partido en los últimos procesos electorales, pero también de los logros, pocos, pero logros al fin. En solitario el partido ganó 20 alcaldías, una nimiedad si se compara con otros tiempos, pero más que en la elección anterior. Y en el Congreso local dará más color.
Es decir, no le fue lo bien que hubiera esperado, pero tampoco lo mal que sus adversarios desearon.
Dijo que si se negó a firmar el acuerdo de civilidad al que lo invitaron el gobernador Cuitláhuac García y el secretario de gobierno Eric Cisneros, fue porque desde mayo del 2019 les planteó hacer un acuerdo para ver si podían acompañar a la administración estatal, pero lo ignoraron y hasta hoy no hay comunicación.
Prácticamente desde que asumió la dirigencia, Marlon se ha convertido en un crítico puntual y tenaz del gobierno de Cuitláhuac García. Y vaya que ha tenido tela de dónde cortar.
Indicó que cuando el PRI quiso conocer la agenda para saber si le podían dar el beneficio de la duda a la administración estatal, identificaron que este gobierno pasó de ser incompetente a ser mentiroso y de ahí a ser claramente corrupto.
“Nosotros denunciamos y después el Observatorio Ciudadano de la Facultad de Economía de la UV nos dio la razón, que había un subejercicio de 4 mil millones de pesos en 2019. Pero lo que no le han dicho a la gente es que ese dinero sí se lo gastaron… en el 2020” manifestó.
Agregó que al revisar el proyecto de presupuesto para el 2020 se dieron cuenta que hubo disminuciones dramáticas en salud, educación, así como la desaparición de Fondos para diversos ramos.
Cuando el PRI buscó la alianza con el PAN y el PRD, el gobierno del estado respondió con una reforma electoral que pretendía desaparecer los consejos municipales para que las votaciones de los 212 municipios se concentraran el Xalapa, pero presentaron una acción de inconstitucionalidad que echó para abajo esa reforma.
Marlon no dejó pregunta sin responder y aguantó candela sobre todo cuando le sugirieron que renunciara al partido y diera paso a las nuevas generaciones. “Si alguien me asegura que con mi renuncia el PRI tendrá un avance sustancial, la presento mañana mismo” dijo. Y al hablar de las nuevas generaciones enumeró los casos de presidentes municipales y regidores jóvenes (con promedio de 23 años) que son la nueva sangre del PRI y remató, “yo pertenezco a las nuevas generaciones”.
¿Qué sigue para Marlon y qué sigue para el PRI?
A excepción de unas mujeres (tres o cuatro) que días después del 6 de junio pidieron en Veracruz su salida del partido para poner en su lugar a Carolina Gudiño (lo que provocó carcajadas), y de Ulises Ruiz que también pidió su remoción pero habló en el desierto, nadie le ha movido el tapete a Ramírez Marín.
Indicó que si el gobernador fuera priista y hubiera sido designado por éste, quizá hoy no estaría en su puesto, pero es el primer Presidente designado mediante el voto de las bases y desea que esta costumbre siga en el partido.
Dijo que su mayor legado será que quien lo sustituya, sea elegido mediante consulta con la militancia y cuente con el respaldo de los priistas como sucedió con él.
Lo que sigue para el PRI es la elección del 2024 donde deberá mostrar de qué está hecho si quiere seguir siendo factor fundamental en la sociedad veracruzana y del país. Deberá recurrir a su experiencia de casi 100 años no sólo para sobrevivir, sino para volver a trascender.
En pocas palabras, el PRI deberá transformarse para convertirse en la piedra angular del resurgimiento que desean sus seguidores. Ese es el reto; esa es la vara que deberá alcanzar. No hay de otra.
¿Qué pasó con los presuntos expulsados?
Hace unos días comenté en este espacio que el legislador federal Héctor Yunes Landa y Ranulfo Márquez, estaban en una tablita y serían expulsados del PRI por traición a ese partido.
Héctor es acusado de patear al pesebre desde el 2018, mientras que Ranulfo anduvo vendiendo su amor a la oposición.
¿Cómo va el asunto?
Este miércoles supe que la expulsión de Héctor está detenida “momentáneamente”, porque cuando vio que la cosa iba en serio, habló con el mandamás nacional del tricolor Alejandro “Alito” Moreno y le dijo que todo eran calumnias. Pero le dijo más, mucho más, al grado de atarantar al campechano que con tal de que lo dejara en paz ordenó que se detuviera la expulsión.
Con el que no tarda en cocerse el arroz es con Ranulfo Márquez, que en breve puede recibir la nada agradable noticia de que lo echaron del PRI, partido del que fue líder estatal al igual que Héctor.
Y lo echarán por traidor. Uta, qué feo.
Pero veremos, veremos.