¿Y qué sigue de la 4T?

Andrés Manuel López Obrador y Morena FOTO: LA OTRA OPINIÓN
- en Opinión

Sergio González Levet / Eso de proponerse como una transformación del tamaño de las tres mayores que hemos tenido en la historia bicentenaria de nuestro país, es una exageración en varios sentidos…pero también un error garrafal.

Y lo digo porque Andrés Manuel López Obrador definió alegremente a su Movimiento de Regeneración Nacional y a su gobierno como un parteaguas de nuestra modernidad, pero también como una guerra de independencia, como una reforma profunda del Estado y como una revolución popular y político-social. De ahí la insistencia en decir que Morena no es un partido, sino un movimiento. Es decir, no es una institución política sino un movimiento de masas, y con eso, según su autor, piensa que tiene los permisos para hacer y deshacer con nuestras leyes, incluida la sacrosanta Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Con lo que no contó el Patriarca moreno fue con el devenir de la historia, y de ahí su error garrafal.

Los estudiosos de la historia de México ven con cierto escepticismo las transformaciones que ha padecido la nación, y lo hacen a partir de las consecuencias que desencadenó cada una de ellas.

Veamos:

1. La guerra de Independencia, impulsada por los criollos mexicanos (hijos de españoles nacidos en México, como Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos, Guadalupe Victoria e Iturbide) y peleada por los indios mexicanos -que una vez más ganaron la guerra y perdieron sus derechos- dio paso al caos más tremendo, al santanismo con todos sus defectos, y a la pérdida de más de la mitad del territorio nacional.

2. Después, la Reforma juarista, con su defensa heroica de nuestra nación y de nuestro concepto de nación, desembocó en la dictadura de Porfirio Díaz y su sanguinaria paz, tan llena de prosperidad y de injusticias.

3. La Revolución Mexicana venció a un dictador imperfecto e impuso la “dictadura perfecta” (Vargas Llosa) del PRI, que duró 71 años corridos más seis de pilón con el regreso sin gloria de la presidencia de Enrique Peña Nieto.

¿Qué seguirá si se consolidan los deseos de la Cuarta Transformación? ¿Vendrá el caos y la pérdida del país? ¿Arribará una dictadura feroz y asesina? ¿O tendremos que soportar una “dictablanda” (o “democradura”) sutil pero igualmente conculcadora de la libertad y los derechos humanos?

Mucho se le ha reprochado al Presidente de la República su desconocimiento de la historia nacional (o su desinterés por ella) y se advierte el peligro de que volvamos a caer en los errores del pasado.

Sí, la transformación es muy vendedora en el ánimo de un país que está harto de tantas pruebas fallidas.

Pero ¿qué seguiría?

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