Gratuidad de WC en gasolineras supera logros de AMLO

Andrés Manuel López Obrador y Cuitláhuac García Jiménez FOTO: WEB
*Cuitláhuac el gran defensor de enfermos de incontinencia
*Veracruz tiene el Gobierno que se merece por “enfadado”

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / EL QUE Cuitláhuac García Jiménez se ufane de que los baños públicos de las gasolineras del Estado ya no cobran el uso o servicio que prestan a clientes de esas estaciones, no debería ser motivo de mofa o escarnio; es simple y llanamente lo que hay, por lo que votó una inmensa mayoría cegada por rencores añejos alentados por la corrupción de gobiernos emanados del PRI y PAN, y esperanzados en un cambio que no acaba de concretarse y mucho menos aterriza, porque el Movimiento de Regeneración Nacional se ha ido nutriendo de todos los escombros de todos los partidos, más aun de aquellos desechos que vieron en la Cuarta Transformación una posibilidad de seguir medrando porque, para colmo, MoReNa como tal no tiene gente idónea para el ejercicio del poder y acaso ni les preocupa. Es como exigirle peras al olmo, pero no tiene la culpa el indio, cono reza el sabio refrán, sino el que lo hizo gendarme (AMLO y el pueblo irritado). El actual Gobernador es producto de la popularidad de Andrés Manuel López Obrador en el 2018, a tal grado que con cualquiera habría ganado la Gubernatura, o como dijera Uriel Flores Aguayo hace algunos años cuando ganó Rafael Hernández Villalpando la alcaldía de Xalapa: “hasta con una vaca el PRD hubiese triunfado”, y el caso Veracruz es similar: ni García Jiménez tenía oficio político y menos la preparación académica adecuada para ser el titular del Ejecutivo, un cargo que se quiera o no aceptar, le ha quedado bastante grande y, lo peor, que el mandatario Estatal insiste en imitar burdamente al presidente hasta en los gestos, además de que se ha rodeado de “ambiciosos vulgares” que nada le aportan, y que trabajan cada cual para sí, de tal manera que los detractores asumen que hay funcionarios que ya aseguraron el futuro económico de al menos tres o cuatro generaciones, con o sin el visto bueno del gobernantes en turno al que ya calzaron un traje nuevo como en el relato de Hans Christian Andersen y El traje nuevo del emperador.

CUITLAHUAC TRATA de ser realista, y en ese tenor solo muestra y se vanagloria de la parte que le permiten observar sus colaboradores: los baños de las gasolineras que ya no cobran el servicio, algo que acredita como un logro de la Cuarta Transformación cuando es el sector privado quien decidió no hacerlo porque en muchos casos les restaba clientela, incluso, en la venta de combustible, además de que no todas cobraban el uso de mingitorios y excusados. Pero García Jiménez asegura que la determinación se la deben a él, y en agradecimiento quienes hacemos uso de los WC de las estaciones de servicio deberíamos colectar rollitos de papel de baño para hacerle un monumento o convocar a una manifestación de agradecimiento y de paso pedirle que convenza a los gasolineros para que ahora no solo no se cobre sino que se ponga papel sanitario, gel antibacterial, no falte el agua ni el aseo de los baños, y si se puede coloquen espejos para lograr un óptimo peinado como el que acostumbra el Gobernante, ya que todo ello comienza a escasear.

TAMBIEN SERIA bueno pedirle al Gobernador que con ese poder de convocatoria que tiene, convenza a comerciantes o locatarios de mercados para que no cobren el servicio de sanitarios, ya que muchas personas deben pagar entre 5 y 10 pesos por el uso, y a diferencia de las gasolineras cuyos baños son usados por clase medieros propietarios de automóviles, algunos caros, a los servicios sanitarios en mercados acude gente humilde como son boleros, barrenderos, cargadores, amas de casa que acuden a surtir parte de sus despensas, niños y adultos de la calle y un sinfín de personas carentes de dineros. Tal vez los buenos oficios de Cuitláhuac obren el milagro, y ya tendría para presumir otro de sus grandes logros que ahora son exhibidos hasta a nivel internacional, pues no cualquiera consigue lo que parecía imposible; que los baños de las gasolineras ya no cobren. Por cierto, antes se permitía que los baños de Palacio de Gobierno, junto a las escaleras de acceso a la segunda planta lo usara la población, lo que no ocurre ahora ya que el inmueble es resguardado por fieros policías que impiden el acceso a todos.

EN UNA de sus múltiples obras: ¿Gobierno de los hombres o gobierno de las leyes? El filósofo y politólogo italiano, Norberto Bobbio señala que a lo largo de toda la historia del pensamiento político se encuentra insistentemente la pregunta: “¿Qué gobierno es el mejor, el de las leyes o el de los hombres? Las respuestas alternas a esa pregunta constituyen uno de los capítulos más significativos y fascinantes de la filosofía política. Desde la famosa disputa de los tres príncipes persas, narrada por Heródoto y referente a si es mejor el gobierno de uno, de pocos o de muchos, la discusión sobre la mejor forma de gobierno siempre se ha enderezado hacia la contraposición, respectivamente, de las virtudes y defectos de la monarquía, de la aristocracia y de la democracia, porque cada una de las tres formas tiene su reverso de la medalla en una forma mala: la monarquía, en la tiranía; la aristocracia, en la oligarquía, y la democracia, en la oclocracia, o gobierno de la plebe. Ello implica que para formular un juicio sobre la mejor forma de gobierno se ha de tener en cuenta no sólo cuáles y cuántos son los gobernantes, sino también su modo de gobernar donde suele usarse, sobre todo en el último caso, en la improvisación. La alternativa: ¿gobierno de las leyes o gobierno de los hombres? se refiere, precisamente a ese segundo problema. No a la forma de gobierno, sino al modo de gobernar. En otras palabras: abre un tema distinto de discusión y procede bajo la divisa de otra distinción: la que existe entre buen gobierno y mal gobierno, este último siempre sustentado en ocurrencias.

LUIS SÁNCHEZ-MERLO secretario de Presidencia con Leopoldo Calvo Sotelo en Espala (1981-1982) y, también, escritor, filósofo y politólogo asegura que improvisar consiste en hacer algo de pronto, sin haberse preparado previamente o sin que el entorno lo espere. Los gobiernos, desbordados por los viejos problemas de siempre y cada vez más por los nuevos, recurren a improvisar como recurso con el que afrontar situaciones imprevistas, crisis sobrevenidas, catástrofes insólitas o simplemente aquello que no tiene un protocolo de actuación preestablecido. La improvisación se ha convertido en el último hallazgo y sucedáneo de la acción gubernativa, y en Veracruz es parte de la cotidianidad.

POR ESO no hay que ser tan duros con nuestro Gobernador que hace lo que puede, es lo que tenemos y nos merecemos, y como se dijo al principio, si hay culpables de ello es esa sociedad que ingenuamente creyó en el cambio, y hasta se consideró como parte de la nueva transformación y vaya decepción. Nada de esto ha ocurrido, y Veracruz se sumerge en un remolino de violencia que ha impedido que aterricen inversiones y, por tanto, se fomente el empleo. En fin, ya ni llorar ni quejarnos es bueno. OPINA [email protected]

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