La última gracejada que dijo sobre los baños públicos en las gasolineras de Veracruz lo volvieron a colocar en la mira de los noticieros de todo el país. El problema es que no sólo usted queda en ridículo, sino que nosotros, como veracruzanos, también quedamos en ridículo. ¿De dónde le nace esa extravagancia que antes no le veíamos?
Puede ser que los resultados de las elecciones del 6 de junio le den una falsa confianza y por ello se siente capaz de hacer de sus conferencias mañaneras una especie de “stand up”, donde puede usted burlarse hasta de usted mismo, lo que es el principio de la comicidad. Pero usted no está en el cargo que ostenta para hacer reír a los veracruzanos, usted está para gobernar. Y mire que, ni nos hace reír ni nos sabe gobernar. Entienda gobernador, hacer el ridículo no es ser gracioso.