Periodistas como Carmen Aristegui, que muchos dicen tiene el beneplácito del presidente, señalan que la intención presidencial de acusar “quién es quién” en las noticias falsas, es «un absoluto despropósito que se erija la Presidencia de México como la poseedora de la verdad y que se atreva a hacer un ejercicio de esta naturaleza. Esto no significa para nada que los periodistas no seamos objetivo de críticas y de observación por parte de la sociedad en su conjunto».
Por supuesto que existen las noticias falsas, pero es la ciudadanía la que, con madurez e inteligencia debería darse cuenta de ello; ¿acaso el pueblo no es tan sabio como decía el mismo presidente? Es por ello que la pretensión del presidente de erigirse como el poseedor de la verdad absoluta es verdaderamente aberrante, sobre todo si surge de un mandatario que, está comprobado, miente en promedio hasta 80 veces en cada conferencia mañanera.