López Obrador, el “judío” que se convirtió en el gran inquisidor; aberrante que se sienta poseedor de la verdad absoluta

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB
- en Carrusel, Estatales

Hay que decirlo, durante muchos años Andrés Manuel López Obrador sufrió las infamias e injurias de los medios de comunicación oficialistas, de los periodistas que tenían precio. Atrás de estos medios y periodistas estaban las organizaciones de empresarios y políticos que querían a toda costa evitar que López Obrador llegara algún día a la presidencia. En dos ocasiones lo consiguieron, la tercera no pudieron hacerlo. Al parecer López Obrador quedó marcado por esa embestida de medios que publicaba mentiras sobre su persona; al parecer ese trauma es el que lo impele a convertirse ahora en el gran inquisidor, el dueño de la verdad absoluta.

Periodistas como Carmen Aristegui, que muchos dicen tiene el beneplácito del presidente, señalan que la intención presidencial de acusar “quién es quién” en las noticias falsas, es «un absoluto despropósito que se erija la Presidencia de México como la poseedora de la verdad y que se atreva a hacer un ejercicio de esta naturaleza. Esto no significa para nada que los periodistas no seamos objetivo de críticas y de observación por parte de la sociedad en su conjunto».

Por supuesto que existen las noticias falsas, pero es la ciudadanía la que, con madurez e inteligencia debería darse cuenta de ello; ¿acaso el pueblo no es tan sabio como decía el mismo presidente? Es por ello que la pretensión del presidente de erigirse como el poseedor de la verdad absoluta es verdaderamente aberrante, sobre todo si surge de un mandatario que, está comprobado, miente en promedio hasta 80 veces en cada conferencia mañanera.

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