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Antonio Helguera, entre los caricaturistas muy amigos de López Obrador; perdieron el equilibrio, pero no se quieren dar cuenta

Hay una caricatura del monero Hernández que describe muy bien como algunos comunicadores eran usados para los oscuros fines de una oligarquía que pretendía seguir controlando el país. En la imagen se ve a los participantes del programa Tercer Grado. Todos tienen cuerpo de perro y una correa que controlaba Emilio Azcárraga Jean. Eran esos tiempos en que Televisa había apostado por Enrique Peña Nieto, de hecho Peña fue la creación de esa televisora. Los tiempos han cambiado; la mayoría de esos comunicadores están marginados, algunos desde el exilio se han reconciliado con el periodismo. Hoy el dueño de la correa es López Obrador, y los atados a las correas son otros. ¿Sabía usted que el presidente de México se reúne regularmente con un grupo de Moneros a los que incluye entre su clase intelectual? Comen paella en Palacio Nacional y bromean con el primer mandatario.

El propio presidente presume esa amistad y ellos se dejan querer. Los amigos de López Obrador son Rafael Barajas El Fisgón, el monero Hernández, el columnista de La Jornada Pedro Miguel; Antonio Helguera estaba ente ellos hasta su muerte hace unos días. La postura que enorgullece a estos comunicadores la declaró el propio Helguera en una feria del libro donde cuestionaron la falta de crítica al gobierno de López Obrador: «No tengo reparo alguno en decir que soy simpatizante absolutamente del gobierno de López Obrador… A cada rato me salen con la mamada de que ya no critico al gobierno. A ver güey, ¿por qué voy a criticar a un gobierno con el que estoy de acuerdo? Si la cagan, pues sí, como ayer. Pero no voy a ponerme a atacar a lo pendejo a un gobierno que esperé toda mi vida».

Todos los grandes maestros del periodismo siempre han hablado de la sana distancia que debe haber entre el periodista y el hombre en el poder; hablan de no dejarse seducir por éste, pues su cercanía anularía no sólo su objetividad sino su honestidad. Los amigos del presidente no cultivan esa sana distancia; los amigos del presidente perdieron el equilibrio, pero no se quieren dar cuenta.

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